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Actualizado: 27 de julio de 2025


De otras barcas cargadas con pirámides de frutas partían al vuelo en ruda trayectoria naranjas y racimos de bananas hacia las manos ávidas de los emigrantes, que retornaban monedas envueltas en papeles. La nacionalidad del buque influía en las transacciones comerciales, y los mercaderes de acento andaluz lo vendían todo por marcos y por pfenings.

Habíanse preso cuatro bravucones de mirada torva y harapiento pelaje, que harto claro manifestaban, sólo con dejarse ver, que eran racimos de horca, no vendimiados aún por la justicia. Halláronse en el aposento de Florela los cuerpos de doña Guiomar y de don Baltasar de Peralta, ella marchita y afeada por la muerte su hermosura, él cubierto aún con el antifaz el semblante.

Era el azul luminoso de donde habían surgido los primeros dioses deshonrado por la mancha aceitosa que denuncia un asesinato en masa; las costas rosadas, cuyas espumas fabricaron á Venus, recibiendo racimos de cadáveres empujados por las olas; las alas de gaviota de las barcas de pesca huyendo amedrentadas ante el gris tiburón de acero; su familia y sus convecinos aterrados al despertar frente al cementerio flotante arrastrado por la noche hasta sus puertas.

Ustedes saben cómo son de noche las calles de Méjico: no hay ciudad en el mundo mejor alumbrada y con menos gente. Los focos eléctricos brillan formando racimos, para iluminar una soledad de desierto. Cree uno deslizarse por una de esas ciudades de Las mil y una noches, donde todo ha quedado inmóvil y dormido por obra de encantamiento.

De trecho en trecho se suele ver una pequeña plantacion de caña de azúcar, ó un verde platanar que exhala el perfume de sus racimos cuajados de miel, cayendo sobre los vástagos desnudos como cintillos de topacio bajo una bóveda de esmeralda.

Sobre mi cabeza, á uno y otro lado, veia los bajos balcones repletos de mujeres y niños, con aire de aplastar á los transeuntes cayendo como enormes racimos; miéntras que el aspecto de las calles y la movilidad de los sombríos grupos tenian no qué semejanza con las menudas olas y los grupos de rocas negras, en el seno de un arrecife, agitándose desordenadamente en un dia de borrasca.

10 y en la vid tres sarmientos; y ella como que florecía, salía su renuevo, maduraron sus racimos de uvas; 12 Y le dijo José: Esta es su declaración: Los tres sarmientos son tres días; 14 Por tanto te acordarás de dentro de ti cuando tuvieres bien, y te ruego que hagas conmigo misericordia, que hagas mención de al Faraón, y me saques de esta casa;

En algunas viñas, los dueños, impulsados por el miedo de perder la vendimia, «pasaban por todo», pero acariciando en la rencorosa mente la esperanza de la represalia así que sus racimos estuvieran en el lagar. Otros, más ricos, «tenían vergüenza», según declaraban con caballeresca arrogancia, negándose a todo arreglo con los rebeldes. Don Pablo Dupont era el más fogoso de ellos.

Otras muchachas subían cuesta arriba las grandes cestas de racimos cortados para depositarlos en los lagares, y pasaban en continuo rosario ante el señorito, que, tumbado en el sofá de enea, sonreía protectoramente pensando en la hermosura del trabajo, y en la perversidad de la canalla, que pretendía trastornar un mundo tan sabiamente organizado.

Precisamente, en un monumento de la importancia de nuestro Alcázar, hallamos numerosos ejemplos de estas libertades constructivas. Las maderas de las techumbres de estas galerías bajas, lo mismo que las de las altas, serían de parihuelos apoyados en un friso ó arrocabe pintado más ó menos ricamente, según el lujo de los dueños y con dorados racimos estalactíticos en los ángulos de los corredores.

Palabra del Dia

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