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Actualizado: 19 de junio de 2025


Aquí quedan cansados los carneros, Allí desmaya ya y muere el caballo, Desean muchos hombres verse en cueros El hato dejan ya por no llevallo. A los Charcas salieron mensageros, Quiñones se priesa, que encontrallo Al Virrey con socorro determina En el asiento y pueblo de Tomina.

Luego concertaron ambas dar una sorpresa a la sociedad laciense. Fernanda se presentaría aquella noche sin previo anuncio en la tertulia de Quiñones. Una alegría infantil se apoderó de ambas con este proyecto. Así que le dieron forma, despidiose Emilita, prometiendo volver enseguida a buscar a su amiga.

Cuando ya iba cerca de los veinticuatro abriles, y podía darse por perdida la esperanza de matrimonio, fue cuando a D. Pedro Quiñones, su tío tercero o cuarto, se le ocurrió acordarse de ella.

Este la clavó colérica en su mayordomo; pero, al verle en aquella tan sosegada postura, cambió repentinamente, y alzando los hombros y convirtiendo de nuevo los ojos a las cartas, exclamó con sonrisa, alegre: ¡Qué bárbaro! ¡Es un verdadero suevo! ¡Alto, Sr. Quiñones, alto! dijo Saleta. Los suevos han acampado solamente en Galicia.

Al cabo de unos minutos el conde se levantó cautelosamente y tiró de la puertecita, que una mano previsora había ya abierto de antemano. Tornó a llegarla y subió por la estrechísima escalera de caracol. La pequeña tribuna de la casa Quiñones estaba aún más oscura que la iglesia.

Dejó de ir todos los días a casa de Quiñones y asistió una que otra vez a la tertulia exigua de las de Meré, como se seguía diciendo en Lancia, aunque en realidad ya no hubiese en el mundo más que una. Carmelita había muerto hacía lo menos tres años. No quedaba más que Nuncia, la menor, y ésa casi totalmente paralítica.

Van insertas seis Loas y seis Jácaras, que los Autores de comedias han representado y cantado en los teatros de esta Corte. Por Luis Quiñones de Benavente: Madrid, 1645, y Barcelona, 1654, fol. 1. Seis comedias estudiadas Traigo, y tres por estudiar, Todas nuevas: los que cantan Letras y bailes, famososetc. Estos versos de Benavente, que cita el Sr.

Todos estaban sentados menos Paco, que daba vueltas por la sala contándoles la broma que había dado la otra noche en el teatro a Manín, el mayordomo de Quiñones. Desde que éste había quedado paralítico, su famoso acompañante andaba sin sombra por la ciudad.

La pequeña casa de la calle del Carpio continuaba siendo la fragua donde se forjaba la dicha conyugal de los honrados vecinos de Lancia. El que acudía con más constancia era Paco Gómez. La razón, que le habían arrojado de casa de Quiñones a consecuencia de una frase de las suyas.

Resolvió, allí mismo, marcharse a Cartagena, por ver si encontraba todavía al capitán Antonio de Quiñones, ¡Quién sabe si no topaban al poco tiempo con alguna flota turquesca! Estaba dispuesto a errar sin descanso por el mundo, hasta llevar al cabo alguna empresa que hiciera resonar su nombre entre las gentes. Ya nada le ataba el albedrío.

Palabra del Dia

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