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Actualizado: 3 de mayo de 2025
He pasado la noche revolviendo todas estas cosas en mi pobre cabeza, buscándoles una conclusión, que busco aún. Puede ser que debiera dejar sin retardo esta casa y este país. La prudencia lo querría así. Esto no puede acabar bien. ¡Cuántos mortales pesares se evitarían á menudo con un solo instante de valor y decisión!
Hoy van a bailar allá, en la aldea dice. ¿Querrías ir tú también, gatita? Ella se tuerce las manos gimiendo, para expresar mejor su deseo. «Pero, como no puedo, me quedo en casa» murmura él. ¡No he bailado nunca contigo, y querría bailar!... Tú bailas muy bien. ¿Cómo lo sabes?
Cervantes, Quijote, I, 20: «... y no querría que pocas cosas penase mi ánima en el otro mundo.» Calderón, en su Entremés de las Carnestolendas: «VEJETE. Hombre, ¿comes, o engulles? GRACIOSO. ¡Lindo chasco!
En lo del viaje largo has acertado, pues, sin duda, siendo Dios servido, dentro de cuatro o cinco días me partiré a Flandes, aunque tú me amenazas que he de torcer el camino, y no querría que en él me sucediese algún desmán que lo estorbase.
Calla, tonta, mi mujer se vuelve loca por todos los niños del universo, sean de quien fueren. Y al supuesto Juanín, bastara que le tuviera por mío, para que le adorara. Ella es así; si no tienes tú idea de lo buena que es. ¡Pues si pariera...! Santo Cristo, no quiero pensarlo. De seguro perdía el juicio, y nos lo hacía perder a todos. Querría a mi hijo más que a mí y más que al mundo entero.
Ves aquí, Sancho, los medios por donde se alcanzan los estremos de alabanzas que consigo trae la buena fama. -Todo lo que vuestra merced hasta aquí me ha dicho -dijo Sancho- lo he entendido muy bien, pero, con todo eso, querría que vuestra merced me sorbiese una duda que agora en este punto me ha venido a la memoria.
Escribióle que viniese luego á Constantinopla, porque el Emperador querria honrar su persona como se contenia en dos cartas del mismo Emperador, con sellos pendientes de oro, que juntamente con la suya le enviaba.
¿Quiere usted decir, entonces, que yo debo dudar? ¿Y por qué?... Usted ha denunciado un crimen: el crimen está probado. Usted no ha sabido decir cuál de los dos posibles autores del delito fuese realmente culpable, toda vez que ambos eran capaces de delinquir: ¡la culpable se acusa a sí misma!... ¿Querría usted decir quizás que la sola confesión no basta? ¡Yo lo sé!
Yo no tengo testigos ni del prestado ni de la vuelta, porque no me los ha vuelto; querría que vuestra merced le tomase juramento, y si jurare que me los ha vuelto, yo se los perdono para aquí y para delante de Dios. ¿Qué decís vos a esto, buen viejo del báculo? -dijo Sancho.
A su voz todos los monasterios se cierran; ni uno sólo querría excitar su cólera, ni resistiría a sus justas reclamaciones... Porque, sobre todo, él tiene dos derechos sobre usted. Es usted su sobrina... y la ha educado. »Ni Carlos ni yo encontramos palabras que poder oponer a tan justos razonamientos.
Palabra del Dia
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