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Díjeles que eran muy bonitas, y ellos me dijeron que vendrían a verlas, y que si queríamos dárselas para casarse con ellas, puesto que también serían mayorazgas. Yo les contesté que mayorazgo era el que había nacido primero. Y luego, dirigiéndose a sus hermanitas, les dijo: Os fastidiasteis, chicas, por haber nacido hembras y después que yo.

Los más eran padres de familia, con señora encopetada y con prole. Ni ellos ni yo queríamos, debíamos ni podíamos volver a la vida pasada, salvo el hacer resurgir del seno de lo que fue, y por evocación mágica, una fugaz apariencia que, no bien se dejaba columbrar, mostraba marchitas y ajadas las lindas galas que en el recuerdo había conservado.

Habiendo estado allí cuatro dias: preguntó el rey á nuestro capitan, ¿qué queriamos, y adonde ibamos?

Queriamos algunos escusar esta jornada, diciendo al capitan que podria ser esta guerra de perjuicio para toda la provincia; porque, si se intentaba hacer camino desde el Rio de la Plata al Perú, faltaria bastimento á los que caminasen.

Los obreros se despojaron del sombrero respetuosamente. Uno de ellos, sonriendo avergonzado, balbució: Perdone usted, señor director.... Creímos que eran compañeros y queríamos darles un susto.... ¿No sabíais que bajábamos ahora nosotros? volvió a decir con irritación. Señor director, nosotros pensábamos que se detenían en el noveno, donde han hecho preparativos estos días....

Empezaron los Cários á disparar contra nosotros, y no quisimos hacerles mal, sino darles á entender que queriamos ser sus amigos: no quisieron aquietarse por no haber experimentado nuestras espadas ni los arcabuces.

El guía sabía queríamos ir al volcán; la sola concepción de este deseo y el yo cuidado, bastan para comprender que lo dispondría todo, yéndonos en tal confianza á acostar, al tiempo que la hermosa y clara luna nos anunciaba que aun cuando tuviéramos que caminar de noche su plateado disco nos enviaría luz y alegría. Escaso fué el reposo, pues aún no alumbraba la aurora cuando fuimos despertados.

Figúrese usted que hace más de un año que vino acá. Papá decía a cada rato: «Niñas... ¿ya pagaron esa visitaNosotras no queríamos ir... porque... la verdad.... ¡No la digas; interrumpió la morena no la digas, que Rodolfo es de los interesados! ¡Adiós! ¿Y por qué no? Una es muy dueña de decir lo que quiera.... ; pero... ¡no a todo el mundo! ¿No ves que Rodolfo....?

Hubiéramos preferido ir, como los chicos del muelle, a pescar con algún viejo marinero: pero no podíamos. Eramos víctimas de nuestra posición elevada. Si queríamos ser marinos de altura, teníamos que estudiar, y, para nosotros, el ser pilotos de derrota constituía una gran superioridad.

La señora entró á saber qué legumbres queriamos. ¿Y los otros dos platos de carne? ¿Se quedarán donde se quedaron las dos sopas? Vino un doble plato de judías sin salsa, y me preguntó qué postres eran de nuestro gusto. Pero ¿y las legumbres que faltaban? Mi mujer no pudo contenerse por más tiempo. ¿Qué es esto? me dijo. ¿Dónde están las tres sopas, los tres platos de carne y las tres verduras?