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Entramos en el bajel; dímosles las gracias por el bien que nos hacían, mostrándonos más agradecidos que quejosos; ellos se hicieron a lo largo, siguiendo la derrota del estrecho; nosotros, sin mirar a otro norte que a la tierra que se nos mostraba delante, nos dimos tanta priesa a bogar que al poner del sol estábamos tan cerca que bien pudiéramos, a nuestro parecer, llegar antes que fuera muy noche; pero, por no parecer en aquella noche la luna y el cielo mostrarse escuro, y por ignorar el paraje en que estábamos, no nos pareció cosa segura embestir en tierra, como a muchos de nosotros les parecía, diciendo que diésemos en ella, aunque fuese en unas peñas y lejos de poblado, porque así aseguraríamos el temor que de razón se debía tener que por allí anduviesen bajeles de cosarios de Tetuán, los cuales anochecen en Berbería y amanecen en las costas de España, y hacen de ordinario presa, y se vuelven a dormir a sus casas.

El foco principal de esta nueva insurreccion era Chayanta, donde dominaban los Catari, hombres populares y atrevidos, que estaban quejosos por la indiferencia con que el virey Vertiz y la Audiencia de Charcas habian oido sus reclamos contra la escandalosa administracion de Alós, corregidor de aquel partido entonces, y promovido despues al gobierno del Paraguay.

Estaba la antesala atestada de damas de todas clases, de magos de todos colores, de jueces, mercaderes, oficiales y pedantes, que todos estaban quejosos del ministro.

Verdad es, que hay tambien otros quejosos, Que dicen, por se ver muy afligidos, Negocios de este Lerma escandalosos; Mas eran enemigos conocidos, Y á veces suele haber casos forzosos, Que obligan á los hombres entendidos A dar en Scyla de ojos, procurando A Caribdis huir, que está esperando. El hácelo. ¡Cuan poco que ha durado!

Un castigo atemoriza, Un suplicio causa ejemplo; Pero en llegando el cuchillo A esgrimir siempre sangriento, Se hace lástima la ira, La lástima sentimiento; De esto nacen los quejosos Y los sediciosos desto, Que es atributo de Dios La justicia, con que es cierto, Que á su imitación, no es bien Cause horror, sino respeto.

Los que tienen motivos sobrados para estar quejosos, apenados y tristes no somos, ciertamente, los que tenemos la conciencia libre de terrores fantásticos y a nuestro alcance la ciencia, que es el poder de hacer milagros efectivos, sistema Edison, Röntgen, Marconi, etc., etc., sino los fabricantes de terrores y milagros imaginarios, los sacrificadores de la verdad humana a la verdad divina, los ayer omnipotentes fulminadores de las iras y de las venganzas del Todopoderoso, hoy expulsados como leprosos mentales de la nación más adelantada de la Europa, y sin poder defenderse, porque aquella arma formidable con que gobernaron al mundo hasta el siglo XVIII la excomunión está reducida por el progreso de la razón humana al modesto rol de carabina de Ambrosio.

Con esto faltaban en sus Reinos quejosos y mal contentos, pero no pudieron dar á todos los que le sirvieron estados y haciendas, con que algunos quedaron con menos comodidad que sus servicios merecian.

Cada vez que un diputado o el grande elector en su nombre da un empleo, el agradecimiento no es seguro en quien le recibe, pues éste puede creer que harto ganado le tiene. En cambio los envidiosos, quejosos y descontentos, parece como que brotan del seno de la tierra, lo cual es difícil de evitar, porque por muchos empleos que saque el diputado, no ha de sacar uno para cada elector.