Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 18 de noviembre de 2025
-Por Dios, señor nuestro amo -replicó Sancho-, que vuesa merced se queja de bien pocas cosas. ¿A qué diablos se pudre de que yo me sirva de mi hacienda, que ninguna otra tengo, ni otro caudal alguno, sino refranes y más refranes? Y ahora se me ofrecen cuatro que venían aquí pintiparados, o como peras en tabaque, pero no los diré, porque al buen callar llaman Sancho.
Así que, Sancho mío, volveos a vuestra casa, y declarad a vuestra Teresa mi intención; y si ella gustare y vos gustáredes de estar a merced conmigo, bene quidem; y si no, tan amigos como de antes; que si al palomar no le falta cebo, no le faltarán palomas. Y advertid, hijo, que vale más buena esperanza que ruin posesión, y buena queja que mala paga.
¿Porqué voy a rezar sobre esa tumba donde duerme el pasado, si me deja hasta el insecto que en los aires zumba en el alma la cifra de una queja? Fué ayer cuando murió la pobre Rosa. ¡Fué ayer cuando murió! ¡la amaba tanto que busco siempre su olvidada fosa, perdida en un rincón del camposanto!
Cito los versos en que así lo da á entender, porque son admirables y dignos de un gran poeta: Y con acento suave Se queja una simple ave, Y en amorosa prision Así aliviarse pretende; Que al fin la queja se entiende Si se ignora la cancion.
Todos los timbres de su cerebro sonaron a un tiempo. No pudiendo sufrir tanto estrépito, vino al suelo privado de conocimiento. Su pecho magnánimo sólo tuvo fuerzas para exhalar una queja melancólica. ¡Recongrio, me han escuaernao esos sinvergüenzas!
Yo me levantaba en la casa antes que nadie, me recogía la última, interrumpía el mejor sueño para dar de beber a las caballerías, pasaba todo el día jabonando ropas, midiendo semillas y trasladando fardos; en fin, me rendía a fuerza de trabajar, y todo sin una queja.
Aunque Morsamor disimulaba su disgusto, que solía rayar a veces en repugnancia, donna Olimpia, era muy avisada y no dejó de conocerle; pero donna Olimpia era muy soberbia y no se dio por entendida ni formuló la menor queja.
El médico era un joven simpático, de fisonomía inteligente. Señora duquesa respondió con firmeza . Yo haré cuanto esté de mi parte por que las asiladas no tengan motivo de queja. Sin embargo, debo repetirle que, a pesar de nuestros esfuerzos, es posible que siga usted recibiendo alguna. No puede usted comprender hasta qué punto son impertinentes y maliciosas ciertas mujeres.
Jamás una queja, siempre alegres y obedientes abordo; cada vez que posaba mis labios sobre una de esas frentecitas delicadas, se me serenaba el alma al resplandor del recuerdo de mis niños queridos, que habían quedado en la patria, lejos, bien lejos de mi cuerpo, cerca, bien cerca de mi corazón...
Palabra del Dia
Otros Mirando