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Actualizado: 18 de junio de 2025


Todos protestaron; el cardenal, que tenía malas pulgas, quiso meterlos en cintura, y uno de ellos fue con la queja a Roma, enviado por sus camaradas. Cisneros, como era gobernador del Reino, puso guardias en todos los puertos, y el canónigo emisario fue hecho prisionero al ir a embarcarse en Valencia.

Entonces se indignaba hasta saltársele las lágrimas, gritaba que se intrigaba contra él y escribía largas quejas al Santo Sínodo y al Capítulo de la Orden de Caballeros de San Jorge. El doctor Chevirev, como recibiese una queja de aquéllas, le envió inmediatamente una respuesta oficial en toda regla, en la que le daba una completa satisfacción.

Eso no puede ser. Tened toda la queja que queráis, pero no lo digáis á nadie dijo Cosme Aldaba. ¿Y os soltarán...? dijo Montiño. Indudablemente. Pero yo me quedaré aquí. ¡Vos, marido mío! , por cierto; como que me acusan de haber dado muerte á vuestro amante.

Cirilo y Visita permanecieron mudos, estupefactos ante aquel extraño discurso. Deseo saber repitió al cabo de un instante, recalcando más las palabras , si en el curso que hasta ahora ha seguido nuestra amistad tienen ustedes algún motivo de queja contra .

Qué otra cosa es la poesía sino la queja tierna ó dolorida, la vibración armónica de cada organizacion, las emociones ó las ideas íntimas que se convierten en sonidos al pasar por los lábios como el viento al pasar por las arpas eólicas?

De estos principios nacieron las grandes discordias entre curas y administradores, y que contribuyeron en gran parte a la ruina de los pueblos, como se queja don Francisco Bruno de Zavala en la representación que hizo a Su Majestad el año de 1774.

Doña Paulita le inspiraba respeto y gratitud, pues no había oído jamás la menor recriminación en su boca, ni Clara le había dicho que tuviera queja ninguna de ella. El recuerdo de la escena y diálogos misteriosos ocurridos algunas noches antes, le puso muy pensativo.

Creí entonces que todo había pasado del mejor modo posible, y que mi tío nada sabía. ¡Cómo podía yo adivinar que el pobre joven había sido maltratado por el mayordomo, despojado de sus vestidos y azotado hasta hacerle saltar la sangre, sin que el dolor le hubiese arrancado ni una queja, ni una palabra!

Todo, sin duda, está ordenado, perfecto, hermoso hoy como antes y como siempre. No exhalo la menor queja. En hay admiración y agradecimiento. La providencia, la fortuna, lo que quiera que sea, me ha mimado y me ha acariciado en vez de herirme. ¿Qué habrá sido de cuantas en Cádiz y en Sevilla fueron las compañeras de mi primera mocedad?

Hacían de peras á higos un bonete para un capellán de Palacio ó para el señor fiscal de la Rota, y nada más. Eran muy pobres, pero soportaban con paciencia la desgracia sin exhalar una queja. Sólo una de ellas decía de cuando en cuando con un suspiro, mientras revolvía los escasos trapos negros de su santa industria: "Ya no hay religión."

Palabra del Dia

rigoleto

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