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Actualizado: 23 de junio de 2025


Esto también le estorbó el cacique, afirmando que él tenía de aquel madero grande estimación y aprecio porque había visto que el Padre le adoraba; con lo cual, maldiciendo el Mapono su fortuna, se volvió á su tierra con esperanza de haberlo á las manos el año siguiente y hacer en él el estrago que deseaba, lo cual hubiera por ventura ejecutado si Dios no hubiera desvanecido sus designios queriendo no quedasen sin venganza por más tiempo los intentos dañados de aquel bárbaro apasionado por el demonio, y ganando veneración y aprecio el propagador de su santa ley con el castigo proporcionado á gente que no estima otra cosa sino lo que ve por los ojos ó toca con las manos.

En fin, el lúnes 28 de Febrero, se empezaron á preparar las cosas para salir de la bahia de San Julian, en donde no hallándose comodidad para hacer por lo presente algun establecimiento, hizo el Padre Superior Matias Strobl consulta, en que entraron el Capitan del navio, el alferez, el sargento, los Padres Cardiel y Quiroga, presente el escribano del navio, y todos unánimes fueron de parecer, que al presente no era conveniente se quedasen allí los Padres, pues ademas de faltar las cosas necesarias para poblacion, tampoco habia indios, en cuya conversion se empleasen.

Hízolo así, en efecto, en el año de 1574; y á consecuencia de esto, ambas presentaron una solicitud, pidiendo que en adelante se les concediese la facultad de alquilar unidas los locales que habían de servir para teatros, de suerte que un tercio de los productos y rentas se aplicase á reparaciones, etc., de la cofradía de la Soledad, y los otros dos quedasen á disposición de la de la Pasión.

Eran más de trescientos: el amo les había ordenado que se quedasen para asistir a la misa y la procesión. Con don Pablo vendrían todos sus parientes, los señores del escritorio y mucha gente de la bodega. Una gran fiesta, a la que forzosamente asistiría su hermano.

En medio de una expansión placentera, cuando fluían de la boca de ambos alegres carcajadas, de pronto aparecía una arruga en su frente, quedaba repentinamente grave, luego sombrío y comenzaba a pensar y hablar de las desgracias que en pos de tales alegrías le podía aportar el Destino. ¡Si se muriese aquel niño! ¡Si Clara se quedase ciega como Visita! ¡Si él se arruinase y quedasen en la miseria sujetos a pedir limosna! ¡Si cualquiera de los dos enfermase y se viese obligado a permanecer en la cama paralítico como tal o cual persona de su conocimiento!

Para que las prestameras quedasen siempre anejas á la mesa capitular, solicitó el cabildo que confirmase el pontífice Clemente VII este Estatuto del obispo D. Alonso, como lo hizo S. S. por su legado el cardenal D. Pedro de Luna, despues Benedicto XIII. En cuanto á los Trezuelos hubo variacion en los tiempos posteriores, pues algunos obispos repugnaron la aplicacion hecha.

Marché, y como á las once y media del dia, llegué al Fuerte de San Carlos que dista 7 leguas, en que me detuve el rato preciso para separar y hacer se quedasen en él aquellos soldados de su guarnicion que me habian seguido en la expedicion, y á que otros, que habian al paso tomado armas allí, las entregasen á disposicion del Comandante, como se hizo: y marché á la estancia de Correa, que dista dos leguas, en que me detuve hasta el dia siguiente.

Esta raza por su color, facciones y traje, se cree sea descendiente de los chinos, que según tradición, se internaron por estos montes desde la provincia de Pangasinan cuando el pirata Limahon fué batido y obligado á reembarcarse; pero la historia de aquellos tiempos nada dice de que quedasen estos restos del ejército, antes bien asegura, que todos se embarcaron; pero ello es que esta raza de infieles es distinta enteramente de las demás que pueblan los montes del Norte de la isla de Luzón.

En resolución, bien echó de ver el oidor que era gente principal toda la que allí estaba; pero el talle, visaje y la apostura de don Quijote le desatinaba; y, habiendo pasado entre todos corteses ofrecimientos y tanteado la comodidad de la venta, se ordenó lo que antes estaba ordenado: que todas las mujeres se entrasen en el camaranchón ya referido, y que los hombres se quedasen fuera, como en su guarda.

En cambio, la llegada de auxilios oportunos permitiría prolongar la defensa de esta posición y salvar la vida de los que aún quedasen defendiéndola. ¿Véis aquellos caballos que pastan allá bajo, entre las rocas? , señor barón, contestaron los escuderos. ¿Y aquel sendero que se pierde más lejos entre los árboles y parece conducir al otro extremo del valle?

Palabra del Dia

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