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Actualizado: 11 de octubre de 2025
Cuando ha dicho una gracia, tiene el singular tino de marcharse inmediatamente: esto prueba gran conocimiento; la última impresión es la mejor de esta suerte, y todos pueden quedar riendo y diciendo además de él: ¡Qué cabeza! ¡Es mucho fulano!
Bien sabía yo que la santa no había de ceder a nadie el llevar la batuta en aquella operación: lo ha tomado por oficio. Pero me ofrecí, me ofrecí. Hay que estar en todo y quedar siempre en buen lugar.
Mas de lo que al presente padecía, remedio no hallaba, que si el día que enterrábamos yo vivía, los días que no había muerto, por quedar bien vezado de la hartura, tornando a mi cuotidiana hambre, más lo sentía. De manera que en nada hallaba descanso, salvo en la muerte, que yo también para mí como para los otros deseaba algunas veces; mas no la vía, aunque estaba siempre en mí.
Lo de la pierna no ofrecía iguales esperanzas. El hueso estaba fracturado: Gallardo podía quedar cojo. Don José, que había hecho esfuerzos para mostrarse impasible cuando horas antes consideraban todos inevitable la muerte del espada, se conmovió al oír esto. ¡Cojo su matador!... ¿Entonces no podría torear?...
Este traje que visto prueba que he tomado a mi cargo la defensa de los principios en cuyo nombre se ha levantado la nación contra Bonaparte. ¡Oh, si todos me imitaran!... ¡Si todos empezando por el traje acabaran por las obras!... Pero basta de palabras. Elija usted hora y sitio. Acción tan aleve no puede quedar sin castigo.
Fueron cinco ó seis fragatas juntas, en que iban el Conde de Vicar, D. Pedro de Urrias y otros muchos caballeros. Tratándose aquel día si los enemigos metiesen gente en tierra ir á estorbárselo, preguntó D. Alvaro al Duque qué armas llevaría. El Duque le respondió que allí tenía armas y un volante; pero que no iría, por quedar en el fuerte á dar orden de lo que era menester.
2 Y su concubina adulteró contra él, y se fue de él a casa de su padre, a Belén de Judá, y estuvo allá por tiempo de cuatro meses. 6 Y se sentaron ellos dos juntos, y comieron y bebieron. Y el padre de la joven dijo al varón: Yo te ruego que te quieras quedar aquí esta noche, y se alegrará tu corazón.
Un silencio de aprobación acogió estas palabras del dueño de Villa-Sirena. Lo único que exijo continuó el príncipe después de una larga pausa es que vivamos solos, entre hombres. ¡Nada de mujeres! La mujer debe quedar excluída de nuestra existencia en común.
Si no hay nada que resista a ese jociquito rubio; y como vucencia siga aquí, nos vamos a quedar sin donceyas. Poenco dijo lord Gray déjame en paz con tus doncellas, y lárgate de aquí, si no quieres que te rompa una botella en la cara. Pues najencia, me voy. No se enfade mi niño. Yo soy hombre discreto.
Subió rápidamente la escalera y fué a refugiarse a su cuarto, donde se dejó caer sobre una silla, y escondió la cabeza entre las manos. ¿Quién era ese hombre vestido de negro? Probablemente un médico. ¿Qué iba a hacer a Orsdael, donde nadie estaba enfermo? ¿Por qué tenía que quedar solo con Elena? ¡La casa de sanidad!
Palabra del Dia
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