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Cuando era gaucho baquiano, aunque el potro se boliase, no había uno que no parese con el cabresto en la mano. 32 Y mientras domaban unos, otros al campo salían y la hacienda recogían, las manadas repuntaban, y ansí sin sentir pasaban entretenidos el día.

¡Niño, parese que estás ajumao!... Y que lo estarás: ¡echas una peste a bebía! ¡Puf, quita allá, gorrino! No me dejó acercar la cara a la reja. Antes de irme le hice presente cómo al otro día me era imposible pelar la pava, a causa de la velada poética que daba en el Casino Español.

Hija mía, párese usted y piense bien lo que hace dijo el amigo, acercándose cariñosamente a ella . Eso de devolver dinero es un romanticismo impropio de estos tiempos. Sólo se devuelve el dinero que se ha robado, y usted tenía derecho a que él le diera, no sólo eso, sino muchísimo más.

D. Salvador ahuecó la voz, hizo bocina con sus manos y empezó a gritar lo más fuerte que pudo: «¡Párese, amigo!». El amigo seguía impertérrito su marcha, pero la distancia que los separaba disminuía rápidamente. D. Salvador gritaba, silbaba, producía todos los ruidos imaginables sin éxito ninguno.

Quedé clavado al suelo. ¿Adonde? pregunté con un vago terror de algo extraordinario, maravilloso, que la palidez de Paca me infundía. No ..., al convento me parese. Mi terror disminuyó al saber el caso concreto, y recobré la acción. Nada nos deja tan paralizados como el miedo de lo que se ignora. ¿Y cuándo se la llevan? Ahora mismito.

En esto, cruzando por entre tenderetes y puestos, llegó frente a la calle de la Pasión. El letrero que indicaba el nombre de la calle estaba precisamente colocado en una casa baja, de revoque amarillo. «No ha mentido» pensó Paz y, dirigiéndose al aya, la dijo, con acento que no admitía réplica: Párese Vd. aquí conmigo.

Hombre, yo no conosco bien el espíritu del ejérsito, pero a me parese ¿sabe? que no debe busté intentar nada en Madrit; debe trabajar el ejérsito del Norte o el del Sentro. Después que le dije esto, sa quedó muy pensativo, y a los pocos días fue cuando sa escapó a Sagunto a ponerse al frente del ejérsito del Sentro, y ya saben lo que pasó.

Las hermanitas soltaron la carcajada. ¡Ay, qué hermana! ¡Siempre de tan buen humor! exclamó la superiora. , madre; me he casado hase un mes y tres días con este buen moso que ustedes ven delante... No tiene más que un defecto añadió, poniéndose triste , y es que es gallego... Pero no lo parese, ¿verdad?

Párese usted un poco, camaraíta replicó Santa Cruz algo desconcertado . ¿Qué palabras usaré yo para pintarte la situación en que me encontraba? Es que el caso es de los más raros que se pueden ofrecer... Para que veas que soy sincero y leal, te diré que hubo en algo de flaqueza, , flaqueza que nacía de la compasión.