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Actualizado: 26 de junio de 2025
Sentado esto, séame permitido, señor marqués, preguntarle confidencial, amigable y respetuosamente, si ha arbitrado usted algún medio de asegurar su existencia y la de su hermana y pupila, y cuáles son sus proyectos. Yo no tengo ninguno, señor, se lo confieso; todos los que había podido formar, son inconciliables con el estado á que me veo reducido.
Albares es un tonto, forrado de lo mismo, que se muere por apariencias.... El caso es que todo el mundo en Vichy habla de ellos. Lucía se quedaba pensativa, fija la pupila en las canastillas de flores del parque, que parecían medallones de esmalte prendidos en una falda de raso verde.
Esa mujer hace de su cara lo que quiere, su cabeza manda al corazón, y muy de tarde en tarde pasa por su negra pupila un vivido relámpago, que momentáneamente descubre el insondable abismo de su alma. Jamás esa mujer retrocederá en un propósito, morirá si es preciso en la lucha, pero créame V., morirá sin ocurrírsele volver la cabeza atrás.
Mochi le aguardaba con aquellos ojos punzantes, risueños y maliciosos: sin el dinero no se podía volver: detrás de Mochi estaba la Gorgheggi, su discípula, su pupila.
Por otra parte, ha pisado más tiempo la tierra, el sol ha herido más tiempo su pupila, las melodías de la naturaleza han halagado más su oído; en una palabra, ha existido más, y ama más la existencia, como á medida que más amamos, más nos acostumbramos á amar lo que sentimos, y nos apasionamos más de este sentimiento, porque la pasion no es otra cosa que un afecto elevado á costumbre.
Labrados en mármol, Berlioz y Massenet saludan vagamente con sus ojos sin pupila á las muchedumbres cosmopolitas que van llegando á la casa de juego. «Son croupiers honorarios», decía Castro.
Frotáronle mucho los pulsos, las sienes, con el fresco líquido, y al fin la pupila fue bajando al globo de la córnea, mientras el pelo se dilataba con ruidoso suspiro.
La limpia blancura de los librillos, el amarillo bajo de las fajas, el gris de estraza de las cajetillas, componían una escala de tonos simpáticos a la pupila. Y los personajes armonizaban con la decoración. Preponderaban en el taller de pitillos las muchachas de Marineda: apenas se veían aldeanas; así es que abundaban los lindos palmitos, los rostros juveniles.
En tres consecutivas ocasiones, al pasar a caballo por delante de la casa de su pupila, había visto el severo tutor a un individuo que rondaba alrededor del edificio y que al verle escurrió el bulto, no sin que Amaury notase una perfecta semejanza entre él y su ex amigo Felipe.
Una ola insondable de invencible orgullo, un misterio y un sueño, tal debió parecer mi primera edad. Yo añado que ese sueño estaba atravesado por un pensamiento huraño, siempre despierto, de seres que han existido, y que mi espíritu no hubiera apercibido jamás si los hubiera dejado pasar cerca de mi, bajo mi ensoñadora pupila.
Palabra del Dia
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