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Actualizado: 10 de junio de 2025


Fray Venancio, que sólo había recibido tal cual puntapié o puñada despreciativa, no necesitó más pasaporte para irse al otro mundo, de puro miedo, en una semana; la señora se apresuró menos, pero, como suele decirse, no levantó cabeza, y de allí a pocos meses una apoplejía serosa le impidió seguir guardando onzas en un agujero mejor disimulado. Del robo se habló largo tiempo en el país, y corrieron rumores muy extraños: se afirmó que los criminales no eran bandidos de profesión, sino gentes conocidas y acomodadas, alguna de las cuales desempeñaba cargo público, y entre ellas se contaban personas relacionadas de antiguo con la familia de Ulloa, que por lo tanto estaban al corriente de las costumbres de la casa, de los días en que se quedaba sin hombres, y de la insaciable constancia de doña Micaela en recoger y conservar la más valiosa moneda de oro. Fuese lo que fuese, la justicia no descubrió a los autores del delito, y don Pedro quedó en breve sin otro pariente que su tío Gabriel.

Después empezó á contar sus proezas á las vigas del techo y acabó diciendo que había matado más ingleses que pelos tenía en la cabeza. Iba yo á despanzurrarlo de un puntapie, cuando este mameluco alargó su manaza y agarrando á Bombardón me lo colgó del gancho como un cochinillo ó un trozo de cecina. ¡Por vida de! ¡Ja, ja, ja!

Pero de no ser así, hay que conservarla entre hierros, acosarla, acabar con su fuerza, romperla las uñas, arrancarla los dientes, y cuando la vejez y la debilidad hayan convertido la pantera en un perro manso y débil, entonces, ¡puerta abierta! ¡libertad completa! Y si los instintos del pasado renacen en ella, bastará un puntapié para volverla al orden.

No obstante, tuvo suficiente aplomo para largar un puntapié al tío Billy que ya iba a soltar una de las suyas, y el tío Billy estaba bastante sereno para reconocer en el puntapié de don Jorge un poder superior que no toleraría guasas de ningún género. Esforzose después en disuadir a Tomás de que acampara allí; pero fue inútil.

Después... he de realizar mi programa, sin suprimir un solo número. Se oyó el silbato de la locomotora, y el tren pasó, haciendo retemblar el suelo; algunas brasas encendidas cayeron a los pies del filósofo. ¡Ajo! exclamó dando un puntapié a los tizones, ¡que vais a quemar mi palacio! ¡siempre ocurre lo mismo con estos condenados maquinistas!

Si hay cané, orza y arría la mayor...; y avisa cuando haya trigo, que ya sabes cómo se gasta. Calló Pipa, miró á Cafetera que le escuchaba muy serio, y arrimándole un puntapié por la popa, ¡Á vivir! le dijo. Y se disolvió el corro, marchándose cada quisque por donde quiso.

Sideo, se le ocurrió decir acordándose de una de las siete palabras del Mártir de Gólgota, como él llamaba a Nuestro Señor Jesucristo; pero como Emma repitiese el puntapié con el pie desnudo en el hueso de la pierna derecha, Bonis tradujo su exclamación, diciendo: «Tengo mucha sed.... ¡algo líquido, por Dios!... ¡aunque sea jarabe!...». ¡Oye, !; ¿sabes lo que te digo?

Teme que se le ocurra durante el camino derribar alguna casa de un puntapié ó aplastar á las muchas personas que acudirán á verle. Puede usted perder la paciencia; la curiosidad del público es siempre molesta; hay hombres que ríen con la ligereza y la verbosidad propias de su sexo frívolo; hay niños que arrojan piedras, á pesar de la buena educación que se les da en las escuelas.

Se lo agradeció; sonrió al esposo que la ayudaba a no soltar antes de tiempo la carga de sus entrañas, y le mostró, avergonzada de la caricia, como siempre que tenía estas debilidades, le mostró su gratitud dándole un suave puntapié en la espinilla. Y Bonis, que sentía lágrimas cerca de los párpados, pensó: «Lo mejor sería amar al hijo... y amar a la madre».

Por el contrario, todo le demostraba su semejanza con un canto rodado, el cual ni siquiera tiene forma propia, sino aquella que le dan las aguas que lo arrastran y el puntapié del hombre que lo desprecia. Todo le demostraba que su jerarquía dentro de la casa era inferior a la del gato, cuyo lomo recibía las más finas caricias, y a la del mirlo que saltaba en su jaula.

Palabra del Dia

deshice

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