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Actualizado: 9 de junio de 2025


Antes lo habían cantado aquellas gentes que fueron felices y dormían ahora en sus envolturas de mármol. Lo único verdadero de la vida era el amor. Si los muertos pudiesen recordar el pasado, la memoria de las horas amorosas sería el consuelo de su eterna noche.

Era necesario todo este tiempo para que los invitados pudiesen preparar sus disfraces. Exigíase traje de capricho: a los caballeros, cuando menos, la talmilla veneciana sobre los hombros. La prensa comenzó a esparcir el anuncio del baile por todos los rincones de España.

A esto se les añadía el cuidado de tomar lengua de los Chiquitos, del camino y de á dónde caían aquellas Misiones; y los infieles, de industria, les daban mil nuevas felices que venían á parar, por último, en burlas y befas; y Dios, cuyos juicios son inescrutables, no permitió el que se les ofreciese reconocer la playa hacia el Norte, donde el P. Juan Patricio Fernández había dejado algunas señales, por las cuales se pudiesen encaminar á la Reducción de San Rafael.

Admiró el P. Superior su fervor; mas temiendo no fuese que este apostólico celo los empeñase, con gravísimo riesgo de sus vidas, en empresas que no pudiesen salir sino con grandísima dificultad, juzgó no podía condescender con sus instancias.

Y el duque se levantó, salió, cerró todas las puertas de modo que de nadie pudiesen ser oídos, y se volvió al lado del cocinero mayor, á quien asió violentamente de un brazo.

Para que pudiesen llevar á cabo lo que habían determinado, la casualidad les deparó que hubiera en el puerto un buque, una de esas embarcaciones de dudoso carácter, cosa muy común en aquellos tiempos, que sin ser realmente piratas, recorrían sin embargo los mares con muy poco respeto á las leyes de propiedad.

Almanzor, hadjib de Hescham II, se propuso llenar este vacío. Mandó que se construyeran otras ocho naves: dispuso que junto á la mayor, á corta distancia del Mihrab se levantase una capilla en que pudiesen reunirse los imanes.

Su vida es un desencanto eterno, y si las mujeres pudiesen ver lo que pasa en el corazón de un hijo desgraciado, en el momento que llega a saber... a sospechar de su madre... El señor de Lerne se detuvo oprimido por un sollozo. Hizo el movimiento desesperado de un hombre que no puede contener sus impresiones, volvió la cabeza y cubrió sus ojos con sus manos.

Después giró la vista en torno con cierta alarma, y continuó en voz baja como si las cepas pudiesen oírle: ya me conoces: te trato con confianza porque eres incapaz de andar con soplos y porque has visto mundo y te has desasnado en el extranjero. ¿A qué me vienes con preguntas? Ya sabes que callo y dejo rodar las cosas. No tengo derecho a más.

Esto y más les dijo este generosísimo propagador de la ley de Dios, con grande energía de espíritu, porque de suyo era elocuentísimo. Y á la verdad era necesaria tal eficacia en sus palabras para que sus indios perseverasen y pudiesen sufrir tantos trabajos.

Palabra del Dia

vorsado

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