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Actualizado: 12 de septiembre de 2025


Luego Rocafort, famoso por sus victorias; y aunque sin estos en nuestro campo habia muchos caballeros, y capitanes de nombre, que pudieran ocupar este puesto, habian todos perecido por la crueldad de Rocafort, que como á émulos y competidores les procuró siempre su perdicion; porque no hay razon que prevalezca en un hombre cuando se atraviesa la conservacion de un puesto grande, y los medios que pone para adquirille, y mantenelle, no repara en si son buenos, ó malos, á trueque de salir con su pretension.

¡Huíd! gritaron Van-Stael, Van-Horn y los dos jóvenes, echando mano de las armas. Los chinos, al oír el clamoreo de los caníbales y al ver caer sobre ellos una lluvia de azagayas y bomerangs, comprendieron, al fin, el peligro que les amenazaba, y al punto se les disiparon los vapores de la borrachera. Por desgracia, era ya demasiado tarde para que pudieran embarcarse en las chalupas.

Viven en él diez y siete monjas; pudieran vivir ciento. Es de sólida e irregular mampostería, trepado por numerosos agujeros, con arcos y ventanas cegados, con altas celosías de madera negruzca.

Dada la belleza indisputable de sus obras, no puede achacarse á otra cosa que á su exagerada amplitud. Y la prueba de ello es que en Francia y España, á fin de que pudieran ser gustadas, se han publicado algunos epítomes ó compendios extractando de ellas lo más interesante.

El hombre se apoyaba pesadamente en el brazo de la joven, y procuraba proteger cuanto podía el envoltorio que llevaba, evitando el encuentro de los transeuntes que con él pudieran tropezar en la obscuridad.

Y además, aun cuando ella no hubiese tenido tan alto y merecido concepto de propia, aun cuando ella no hubiese sido la hija del conde de Sardonne, contra las asechanzas más o menos tácitas de que pudieran hacerla blanco, tenía nuestra interesante huérfana broquel más templado que el desprecio, escudo más noble todavía que el honor mismo, porque la señorita de Sardonne había ya hecho a alguien merced de su alma.

No sucedió lo mismo a la marquesa de Sabadell: viola muy bien esta, la conoció al punto, y el temblor de sus manos, el gesto espontáneo de horror con que apartó la vista, el ansia cruel con que se levantó su pecho, sin que pudieran exprimir sus vaivenes una sola lágrima, como si se hubiese agotado ya en aquel corazón el manantial de ellas, revelaron claramente la impresión horrible que le hacía la presencia de aquella mujer funesta, que encontraba por primera vez después de tantas desgracias.

El joven iba reconociendo cada punto del camino, cada pormenor de la perspectiva. Tenía la desesperada certidumbre de que ningún poder habría podido jamás realizar el milagro de devolverle lo que había perdido, y sin embargo volvía en torno suyo la mirada, y aguzaba el oído, como si una aparición, una voz, pudieran de improviso evocar el bien perdido.

«Yo, que necesitaba aminorar la población para suspender consumos que no podían reponerse, mandé que los que no pudieran subsistir con sus provisiones o industria saliesen del Callao. Esta orden fué cumplida con prudencia, con pausa y con buen éxito.

Antes que este escritor llegase en edad más madura á la esfera propia de la poesía, en la cual pudieran desenvolverse libremente sus esclarecidas dotes, había hecho numerosos ensayos en casi todos los géneros literarios. Su ingenio vivo é impresionable, pronto en seguir las más opuestas direcciones, necesitaba un motivo poderoso para trazarse un rumbo peculiar.

Palabra del Dia

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