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No puede negársele indubitable talento; pero debemos deplorar, que, así él como La Cueva, empleasen mal sus esclarecidas dotes por falta de gusto artístico, y produjesen poco digno de gran estima. Sus defectos se asemejan mucho á primera vista á los del poeta sevillano, al cual se parece también por las combinaciones métricas de sus piezas.

Antes que este escritor llegase en edad más madura á la esfera propia de la poesía, en la cual pudieran desenvolverse libremente sus esclarecidas dotes, había hecho numerosos ensayos en casi todos los géneros literarios. Su ingenio vivo é impresionable, pronto en seguir las más opuestas direcciones, necesitaba un motivo poderoso para trazarse un rumbo peculiar.

Colombia tiene llanos, vida pastoril, vida bárbara, americana pura, y de ahí partió el gran Bolívar; de aquel barro hizo su glorioso edificio. ¿Cómo es, pues, que su biografía lo asemeja a cualquier general europeo de esclarecidas prendas?

Quizá fatigadas de charlar y enervadas por el calorcillo agradable que templa la atmósfera del gabinete, se hayan entregado al sueño ó á la meditación. La claridad las baña á veces vivamente: otras las deja sólo medio esclarecidas. Detrás de las butacas empieza ya la sombra; una sombra indecisa. En ella flotan como masas negras los muebles de la cámara.

Entónces la envidia destroza las reputaciones mas puras y esclarecidas, el rencor persigue inexorable, la venganza se goza en las convulsiones y congojas de la infortunada víctima, haciéndole agotar hasta las heces el dolor y la amargura.

Miembro de una de las más esclarecidas familias de Toscana, con él terminaba su ilustre progenie: su único sobrino, el Conde Fabricio de Portinaris, se había marchado a América hacía quince años y no se había vuelto a tener noticia de él.

Cuna de ellos y madre, y fecunda, ha sido siempre Sevilla, no escaseando tampoco los pintores y los escultores, y llegando a poseer glorias tan esclarecidas como Herrera, que en tiempos de Cervantes vivía, y Velázquez y Murillo, que después vinieron, con otros muchos, que de han dejado imperecedera fama.

Sus manos son tan finas y delicadas que si, como vulgarmente se cree, éste es signo de aristocracia, el conde debía pertenecer á una de las más antiguas y esclarecidas familias de España. Y en parte así era la verdad, porque el señor conde de Trevia pertenecía á una antiquísima familia, pero no española, sino italiana.