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Actualizado: 22 de junio de 2025


¡Pues así Dios me salve! ¡La ha de haber y tres más, y si no por quien soy que os pongo a todos a cuatro patas y me lleváis a caballo hasta Cebre! Nada replicó Primitivo, incrustado en el quicio de la puerta. Vamos claros, ¿cómo es que no hay burra? Ayer, al volver del pasto, el rapaz que la cuida le encontró dos puñaladas.... Puede el señorito verla.

Estás tan feo, Que no me acuerdo, si no eres Demonio que persiguiendo Me estás. No, vuelve á sentarte. haré. Yo, Nerón soberbio, Soy el clérigo á quien distes De puñaladas. ¡Yo! Es cierto. Mas anduviste atrevido; Y aunque fué justo tu celo, Ni á , Rey, me respetastes, Ni era tuyo aquel empeño. ¿A mi hermano? ¡Qué dices! Suelta el puñal. Ya le suelto.

Pero no adopté el medio vulgar de darme un pistoletazo, de suspenderme, de sumergirme, de darme de puñaladas o de beber ácido prúsico. Tales medios no los adoptan más que los desesperados de mal género. Los que temen a los acreedores. Los que han sido bastante necios para referir su existencia a la posesión de una mujer. Los etcétera, etcétera.

No seré yo, que me he rescatado dijo el Cojuelo , si no es que me llaman a pregones del infierno por el quebrantamiento de la redoma; pero aquél es un garitero que ha dado esta noche ciento y cincuenta barajas, y se ha endiablado de cólera porque no le han pagado ninguna y se van los actores y los reos con las costas en el cuerpo, tras una pendencia de barato sobre uno que juzgó mal una suerte, y los mete en paz aquella música que dan a cuatro voces en esotra calle unos criados de un señor a una mujer de un sastre que ha jurado que los ha de coser a puñaladas .

Don Paco se había reportado, disimulando su pena y su enojo; pero no bien volvió a su casa, la pena le arrancó lágrimas y el enojo le hizo crispar los puños como estuviese delante algún enemigo a quien dar de puñaladas. No podía, sin embargo, reñir con la población entera. Su hija era la más culpada, y él la había sufrido.

Algunas noches, á la hora en que los faros empezaban á perforar la sombra naciente con sus primeras puñaladas de fuego, sentíase melancólico, y olvidando la diferencia de edad, hablaba á su sobrino como si fuese un compañero de navegación. Lamentaba no haberse casado... Ya tendría un hijo como Ulises.

Había ya contado lo del rapto de la querida con los trabajos que sufrió, lo de la desgracia y la disputa que la motivó; estaba refiriendo su encuentro con la partida y las puñaladas que en su defensa dió, cuando el tropel y los gritos de los soldados le avisaron que esta vez estaba cercado.

De jóvenes se mataban por la mujer soltera; bailaban con el cuchillo oculto en la faja, dispuestos á disputarse la hembra á puñaladas.

No aguarda, en verdad, mucho tiempo, presenciando la llegada del amante, y la aparición de una mujer vestida como Estefanía; sale, pues, furioso de su escondite, mata al Conde y entra en su casa. La dama disfrazada huye velozmente, y se da traza de que recaiga la ira del engañado esposo en la inocente Estefanía, que cae en tierra herida de varias puñaladas.

Ese hombre y este pueblo me llenan la vida de prosa miserable; diga lo que quiera don Fermín, para volar hacen falta alas, aire...». Estos pensamientos la llevaban a veces tan lejos que la imagen de don Álvaro volvía a presentarse brindando con la protesta, con aquella amable, brillante, dulcísima protesta de los sentidos poetizados, que había clavado en su corazón con puñaladas de los ojos el elegante dandy la tarde memorable de Todos los Santos.

Palabra del Dia

rigoleto

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