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Actualizado: 26 de julio de 2025
UNA MUJER. ¡Entonces usted no es cristiano!... ¡Virgen del Carmen! ¡no quiere creerlo!... Señora, yo lo creo todo y he prometido un cirio de treinta libras a la Virgen del Pilar; mire, aquí tengo un rosario... MUCHAS VOCES. ¡A ver!... Mirad... y además, aquí tenéis una carta del superior de San Juan dirigida a mí. Leed...
6 También los hijos de Israel y de Judá, que habitaban en las ciudades de Judá, dieron del mismo modo los diezmos de las vacas y de las ovejas; y trajeron los diezmos de lo santificado, de las cosas que habían prometido al SE
Mas las ceremonias y ritos de la ley vieja, cuando, o dónde se quitó la libertad Dios para mudarlos? si salvó al mismo Abraham, sin lo más de ellas y a Noé y a Abel sin nada de ellas; porque no las pudo mudar con la venida de su hijo, como prometió que lo había de hacer, por Jeremías, cuando después de haber prometido la novedad de su hijo en las entrañas de una mujer añadió: Ecce dies venient dicit Dominus: & feriam Domui Israel, & Domui Juda fœdus novum: non secundum pactum, quod pepigi cum Patribus eorum & c.
Era capaz de no venir, de habérselo prometido a Charito con la intención premeditada de faltar. Pero la voz de Adriana, su límpida voz de suavidad irresistible, resonó abajo, en la escalera. ¿Iba a tener fuerzas para demostrarse con ella altivo y firme, de acuerdo con los términos de la carta enviada por intermedio de Raquel?
Usted conoce Macbeth y sabe cuál es el espanto del asesino coronado cuando ve levantarse en medio del festín la sombra de su víctima. Examine usted á su prometido y á la cantante y verá reproducirse la tragedia. Pero tenemos que habérnoslas con personas temibles. En una situación parecida la Hawkins se dominó admirablemente y acaso ahora intente burlarnos.
He prometido alegrarme de que D. Luis se vaya. He querido olvidarle y hasta aborrecerle. Pero mira, Antoñona, no puedo; es un empeño superior a mis fuerzas. Cuando el vicario estaba aquí juzgué que tenía yo bríos para todo, y no bien se fue, como si Dios me dejara de su mano, perdí los bríos, y me caí en el suelo desolada.
Obedeció el criado, tomó la carta, volvió a la ciudad, y ellos volvieron las riendas, y aquella noche durmieron en Mojados, y de allí a dos días, en Madrid, y en otros cuatro se vendieron las mulas en pública plaza, y hubo quien les fiase por seis escudos de prometido, y aun quien les diese el dinero en oro por sus cabales.
Pero, dejando esto aparte, ¿qué te parece a ti que debo yo de hacer ahora cerca de lo que mi señora me manda que la vaya a ver?; que, aunque yo veo que estoy obligado a cumplir su mandamiento, véome también imposibilitado del don que he prometido a la princesa que con nosotros viene, y fuérzame la ley de caballería a cumplir mi palabra antes que mi gusto.
Pronto iba a saberlo, y a fe que estaba lleno de curiosidad. La señora mayor se acercó al cura y le dijo: Hermano, Vd. nos había prometido que Pablo vendría... ¡y no ha venido! La señora concluyó esta frase con la más grande aflicción. Sí: ¡no ha venido! repitió la joven, y dos gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas. Pero el cura se apresuró a responderles.
Al fin tanto porfió la hija que el padre se lo contó todo. Entonces la hija le dijo que la llevase a aquel jardín. El 60 padre no quería, pero al fin la llevó al jardín y la dejó en la casa como había prometido al oso. Allí tenía todo lo que deseaba, pero sin ver a nadie en la casa; sólo de noche, solía oír unos quejidos en el jardín, pero no se atrevió a llegarse a ver lo que era.
Palabra del Dia
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