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Actualizado: 19 de mayo de 2025
La escena, en que se encuentran de nuevo los dos amantes en una situación tan dramática, está escrita con toda la perfección y ternura de afectos, de que era capaz el pincel de Calderón, y conmueve hasta admirarnos el principio de este cuadro, que ha de representar la lucha entre el deber y el amor en el corazón de Serafina.
Al principio, la temperatura en el gabinete era bastante baja; pero no tardaba la atmósfera en caldearse. Como la habitación era mucho más reducida que el salón general, cuanto pasaba en ella parecía más extraño y más desordenado. Se bebía, se reía, hablaban todos a la vez, no oyendo sino sus propias palabras; se cambiaban declaraciones de amor, abrazos y, a veces, bofetadas.
67 A naides le dieron armas, pues toditas las que había el coronel las tenía, sigún dijo esa ocasión, pa repartirlas el día en que hubiera una invasión. 68 Al principio nos dejaron de haraganes criando sebo, pero después... no me atrevo a decir lo que pasaba... ¡barajo!... Si nos trataban como se trata a malevos.
Al principio no viéron nada con ellos, puesto que eran aventajados; fué preciso ponerse en la posicion que se requeria.
Benigno iba vestido a lo burgués, llevaba instrucciones reservadas, y Cristeta no le conocía. Capítulo VII En el cual hay viaje, separación, monólogo y principio de algo más grave
El Magistral pasó por el patio al Parque. Ana le esperaba sentada dentro del cenador. «Estaba hermosa la tarde, parecía de septiembre; no duraría mucho el buen tiempo, luego se caería el cielo hecho agua sobre Vetusta...». Todo esto se dijo al principio. Ana se turbó cuando el Magistral se atrevió a preguntarle por la jaqueca.
Doña Cristina se había irritado muchas veces por no poder alegar ninguna falta contra aquel hombre que vivía tranquilo, sin acordarse de la religión, cerrando su casa á los ministros de Dios. De aquella carta pecadora le había quedado el principio impreso en la memoria: «Mon gros loup cheri». ¿Qué querría decir esto?
Tal vez los mismos que al principio lo repugnaban, acabarian por reconocer que lo que ahora se les pedia en tono amistoso, mañana otro se lo podia exigir en son de amenaza, y que lo que ahora rehusaban entregar con ventaja, tal vez se lo quitarian mañana violentamente con gran profanacion y daño. ¿Qué podian prometerse de la resistencia?
Aunque aparentemente sana, estaba herida de incurable enfermedad. Al principio se presentó un síntoma que no acertaron a explicarse las buenas señoras: Algo decía la enferma como hormigueo en la columna medular; algo que descendía, rápido como relámpago, hacia las extremidades inferiores. En ocasiones, vértigos que duraban un instante y que dejaban a la paciente cansada y sin fuerzas.
No, señor... yo se lo tironeaba al principio... pero lo acabó de amansarlo un extranjero que trajeron de domador a la estancia de los Cabrales, ¿sabe?... aquel monte que se ve allá... ¿ve? Algún domador de escuela, ¿no? Yo no sé en qué escuela habría aprendido... ¡pero para domar como él!... ¿No sabía domar?
Palabra del Dia
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