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Actualizado: 22 de junio de 2025
Con Julio, este muchacho que ella había tratado apenas, no hubiese empleado nunca sus fáciles y comunes recursos de seducción y le aterraba la sola idea de que él pudiera interpretar como coquetería alguna actitud suya. Al caer la tarde, un break las llevó a la estación del pueblecito cercano a la estancia. Las primas se despidieron. Adriana, distraída, se dejó besar en las mejillas.
La mujer de don Baldomero I y la del difunto Arnaiz eran primas segundas, floridas ramas de aquel nudoso tronco, de aquel albardero de la calle de Toledo, cuya historia sabía tan bien el gordo Arnaiz.
Rita se había establecido delante de un gran bastidor y estaba bordando un magnífico frontal de altar, obra que había emprendido en compañía de la condesa. Entró Rafael. Buenos días, tía: buenos días, primas. ¿Cómo va el heredero de los Algares? Tan bien como puede desearse respondió la marquesa.
Entonces vamos a pasear: cuando llegue la hora, V. me lleva a casa y mamá se figura que me trajo el criado de las primas... Pero si le estorbo o no le gusta pasear conmigo, dígamelo V... me voy en seguida... Yo le contesté apretándole el brazo y tirándole suavemente por la mano para encajárselo bien en el mío. Teresa continuó hablando con graciosa volubilidad.
¡Qué había de huir!... solamente se la he jugado a Manuel, del modo más gracioso!... Verá V. cómo se ríe... Me empeñé hoy en ir a la tertulia de unas primas, que viven en la calle de Fuencarral, y papá mandó a Manuel que me acompañase.
...Golpea los aires como el toque funesto Que pide a los vivos las primas para los muertos Cuando un frío ataúd es lo único que queda De la que sonrió a nuestros primeros esfuerzos. S. DELAUNAY, «Ob. inéditas».
¡Cómo, todavía de flirt! exclamó Alicia, acercándose; ¡es demasiado! Diga, Martholl, espero que esto no le habrá hecho olvidar su promesa de acompañarme en bicicleta hasta la granja Dutot, donde encontraremos a los d'Ornay y sus amigos. ¿Vendrán ustedes, con nosotros? añadió sin entusiasmo, dirigiéndose a las dos primas.
La misteriosa amenaza pareció infundir temor en las primas, que se limitaron por entonces a inofensivas travesuras, a algún plumerazo más o menos.
Y sin esperar más explicaciones, levantóse vivamente para ir a su encuentro; la duquesa de Bara la detuvo bruscamente por el vestido, y ella, procurando desasirse, decía: Pero, mujer, si es mi primo... La abuela de su mujer y la mía, primas segundas... ¿Cómo voy yo a desairar a un pariente?...
Una vida tranquila, retirada, en el interior de las villas, reemplazaba al movimiento y a la animación que había reinado durante la estación. La señora Aubry gustaba mucho del encanto del otoño; disfrutaba entonces, durante algunas semanas, de un verdadero reposo, por lo cual demoraba su regreso hasta los primeros días de noviembre. Esta decisión no era recibida de igual manera por las dos primas.
Palabra del Dia
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