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Actualizado: 5 de julio de 2025
¿A qué llamas apear o a qué dormir? -dijo don Quijote-. ¿Soy yo, por ventura, de aquellos caballeros que toman reposo en los peligros? Duerme tú, que naciste para dormir, o haz lo que quisieres, que yo haré lo que viere que más viene con mi pretensión. No se enoje vuestra merced, señor mío -respondió Sancho-, que no lo dije por tanto.
Es verdad: pero no me atrevería a recomendar este partido a Antoñita; es un libertino de costumbres muy relajadas que cifra todo su orgullo en la pretensión de pasar plaza de seductor como Novelace o don Juan Tenorio. Eso podrá satisfacer a los alocados como él; pero, francamente, sería una garantía muy débil para la futura felicidad de Antoñita.
No quiso Lotario decir a Camila la pretensión de Anselmo, ni que él le había dado lugar para llegar a aquel punto, porque no tuviese en menos su amor y pensase que así, acaso y sin pensar, y no de propósito, la había solicitado. »Volvió de allí a pocos días Anselmo a su casa, y no echó de ver lo que faltaba en ella, que era lo que en menos tenía y más estimaba.
Poldy no volvió, pues, a hablar de él ni con su mismo hermano, como si su mismo hermano lo ignorara, o como si ella tuviese la pretensión de que él lo olvidase. A solas, pues, y en toda libertad, Poldy se figuraba a medida de su deseo, al autor de las tres poesías.
Pero yo soy hombre que llevo las cosas hasta el fin, y sabiendo que se había dispuesto la salida de algunos navíos con objeto de recoger los desmantelados y rescatar los prisioneros, determiné salir pronto de dudas, embarcándome en uno de ellos. Expuse mi pretensión a Solano, y después al mayor general de la escuadra, mi antiguo amigo Escaño, y no sin escrúpulo me dejaron venir.
El ermitaño que iban a visitar era un varón muy penitente y estaba en olor de santidad. El vulgo pretendía también que el ermitaño era inmortal, y no dejaba de tener razonables fundamentos para esta pretensión. En toda la comarca no había memoria de cuándo fue el ermitaño a establecerse en lo recóndito de aquella sierra, en la cual raras veces se dejaba ver de ojos humanos.
Tiene usted muchas atenciones con nuestra pobre vecina. Mi madre le está muy reconocida á usted. ¿Y la hija de su señora madre? dije yo sonriendo. ¡Oh! en cuanto á mí, yo me exalto menos fácilmente. Si tiene usted la pretensión de que le admire, es preciso tener la bondad de esperar aún un poco de tiempo.
La cuestion de las causas no es ciertamente cuestion de homeopatía, sino de medicina y del arte de curar. No tenemos, no, la pretension de colocarnos como campeones de Hahnemann, ni de erigirnos en críticos de un sistema; solo abrigamos el deseo de apreciar fielmente los trabajos de nuestros antepasados y de observar atentamente el movimiento de la terapéutica. Volvamos á nuestro objeto.
Es verdad, vos lo sabéis todo. Señor... ¿Pero á que no acertáis cuál era la extraña pretensión del duque? Tembló interiormente Lerma, porque el rey usaba cierto tonillo acre que no acostumbraba mucho á usar. Lo ignoro, señor. Ya sabía yo que lo ignoraríais. Vuestro hijo se me quejaba de injusticias.
Con este modo de mirar las cosas no es extraño que todos tuviesen por pretensión exorbitante y por capricho absurdo el afán del Condesito en querer pasar por un amigo devoto o por un adorador petrarquista de doña Beatriz. Alguna disculpa había, fuerza es confesarlo, para tan bellaca incredulidad.
Palabra del Dia
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