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Actualizado: 10 de julio de 2025


En la casa me hallé con otro invitado, evidentemente también pretendiente de Clarita. La comida transcurrió sin novedad. Me di fácilmente cuenta de que yo era el preferido de la niña. Mi rival estaba como de reserva, por si yo no me decidía... Después de comer pasamos al salón donde ¿quién lo creería? los dueños de casa hicieron el elogio del bridge y se empeñaron en que lo jugáramos.

¡Qué dice usted! exclamó Amaury. ¿Es posible que alguien sospechara siquiera que yo quería a Antoñita? No ha faltado quien haya hecho esta conjetura; sepa usted que mi sobrino, único pretendiente formal a la mano de la señorita de Valgueceuse, se ha retirado, no por ceder el terreno al señor de Auvray, sino por usted, amigo mío. ¿Por ? murmuró Amaury, aterrado. ¡Por !...

El memorial iba acompañado de una especie de estipulación redactada sin miramientos por la pluma del pretendiente. 1.ª Que se le procurara el capelo de Cardenal, dado caso que hubiera fallecido su mujer, aplicándolo á su hijo Gonzalo Pérez en el contrario, con advertencia de no indicar á Su Santidad para quién se pretendía.

Don Pedro expresa en un monólogo los afectos encontrados, que bullen y luchan en su alma, por ser él el pretendiente de Violante; y aunque por una parte los deberes de la amistad exigen que lo declare, sin embargo, por otra ha prometido á Violante guardar el silencio más absoluto acerca de sus relaciones amorosas; no puede evitar tampoco, al oir la confesión de Don Jerónimo, cierto arranque de celos, resolviendo, en su consecuencia, espiar con esmero á su amada, para averiguar si le guarda la fidelidad debida.

Tiene al fin la dicha de encontrarlo y de casarse, pero no tarda en desengañarse de su error y en arrepentirse de no haber preferido al necio, puesto que, en vez de dominarlo, tiene siempre que seguir ciegamente su dictamen. Afortunadamente enviuda pronto, y acepta la mano del primer pretendiente.

De todas las coqueterías ésta es la más condenable, porque implica la intención de hacer sufrir, empeño que delata poca reflexión y una torcida contextura ingénita de nuestro espíritu. Ya se ve, pues, cómo el «no» es más difícil que el «» de las niñas. Y esta dificultad aumenta, según va dicho, cuando con nuestra frivolidad y nuestras vanidades hemos inducido en error al pretendiente.

Así, cuando el brigadier, rendido a tanta hermosura, se resolvió a pedir su mano, entregola apresuradamente como si fuera un peso que la molestase: y no reparó en la diferencia de edad, ni en la figura quijotesca del pretendiente, ni en la viudez, ni en el hijo que estaba allá por Madrid: todo era nada comparado con el magno problema que se resolvía: casarse y vivir con boato en la corte.

Si recibe cartas y billetes de tanto pretendiente, es por pasar el rato y tener un motivo más de risa y fiesta. EVARISTA. ¿Pero cómo llegan a casa...? BALBINA. ¿Las cartas de esos barbilindos? Aún no lo . Pero yo vigilo a Patros, que me parece... EVARISTA. Mucho cuidado y entérame de lo que descubras... BALBINA. Descuide la señora.

En su vista éste se dirige á la Mezquita y llama al Iman, en cuya compañía reza las oraciones marcadas, y luego después ambos marchan á casa de la doncella, ante la que se paran, preguntando el pretendiente desde fuera si puede entrar.

Los carlistas se apoderaban de una porción de pueblos abandonados por los liberales. Habían entrado en Estella. En las dos orillas del Bidasoa, lo mismo en la frontera española que en la francesa, se sentía un gran entusiasmo por la causa del Pretendiente. Capistun y Bautista señalaron sus conocidos alistados ya en la facción. La mayoría eran mozos, pero no faltaban tampoco los viejos.

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