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Gran rumor en la iglesia a la aparición del sacerdote: las mujeres se arrodillan, la mayor parte de los hombres también. En la sacristía se opera un movimiento de concentración hacia la puerta. Don Fermín, dentro del presbiterio, inclinado profundamente, comienza a recitar con voz hueca y oscura las preces de la misa; un niño que tiene al lado le contesta.

Cura de Longueval, , toda su vida no había sido otra cosa, nunca había soñado ni querido más que eso. Tres o cuatro veces le propusieron grandes curatos de cantón, con buena renta y uno o dos tenientes. Siempre había rehusado. El adoraba su pequeña iglesia, su pequeña aldea, su microscópico presbiterio.

En la parte posterior, que mira á oriente, una especie de media torre de planta semicircular ó poligonal, con ventanas de la forma misma que en los costados, revelando la presencia del ábside ó presbiterio. Al edificio de la basílica propiamente dicha, se agregaban otras construcciones indispensables.

Las arquerías que la dividian en tres naves nunca invadian el espacio destinado al coro, sino que la central y el presbiterio formaban con este una verdadera cruz latina. Cubríase el edificio con techumbre de madera y tejas planas, adaptando interiormente á los pares un entablado pintado, ó dejando descubierta la armadura.

Sobre las dos gradas que formaban el presbiterio había, a la izquierda del retablo, una especie de armario de cristales, embutido en la pared, donde se guardaban reliquias: allí se dirigió Currita, mandando a Germán que abriese la puerta.

La iglesia de este monasterio debió ser notable por mas de un concepto; hoy solo para angustiar el corazon del que la visita conserva los soberbios escudos de armas de sus patronos en el muro de su presbiterio, y una riquísima techumbre de madera pintada y dorada, de peregrina labor morisca, que tal vez al trazar yo estas líneas será en vano objeto de tu curiosidad ansiosa.

En la estancia modesta, al lado del presbiterio, y desde donde pueden verse el altar mayor y el magnífico templo del Escorial, su austero fundador, atendido y cuidado por D. Cristóbal, pasó los referidos cincuenta y tres días en martirio tan cruel, que apenas parecía posible que pudieran resistirle fuerzas humanas.

Supo acompañarla de algunas reflexiones consoladoras y elocuentes, sirviéndole siempre de tema la fraternidad humana y la caridad, y se alejó del presbiterio, dejando conmovidos a sus oyentes. El pueblo salió de la iglesia, y un gran número de personas se dirigió a la casa del alcalde. Yo me dirigí también allá con el cura.

Ocupaban los diputados el pavimento, la presidencia el presbiterio y los altares estaban cubiertos con cortinones de damasco, que los escondían, lo mismo que a las imágenes, de la vista del público, como objetos que no habían de tener aplicación por el momento. El arquitecto Prast, reformador del edificio, discurrió también sin duda que a los santos no les haría mucha gracia aquello.

Después me parecía llegar, penetrar por entre el gentío que se precipitaba en la humilde nave, avanzar hasta el pie del presbiterio, y allí arrodillarme admirando la hermosura de las imágenes, el portal resplandeciente con la escarcha, el semblante risueño de los pastores, el lujo deslumbrador de los Reyes magos, y la iluminación espléndida del altar.