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Actualizado: 10 de mayo de 2025
En la escena en que Gómez Arias se propone entregar á los moros á la mísera joven, á quien sedujo, uno de los alguaciles se dejó llevar de tal manera de la verdad y de la animación del espectáculo, que se precipitó con la espada desnuda contra el actor, que representaba el papel de Gómez Arias, y lo puso en precipitada fuga.
Un general da parte de una brillante victoria que acaba de conseguir; el enemigo, por supuesto, era superior en fuerzas, ocupaba posiciones muy ventajosas, pero ha sido arrollado en todas direcciones, y solo una precipitada fuga le ha librado de dejar en manos del vencedor numerosos prisioneros.
Después de haberse enterado de la conversación entre el fraile y Doña Blanca, el Comendador se abstuvo de tomar una resolución precipitada.
Por fortuna, era aún temprano y no habían hecho el reparto; tuve una precipitada entrevista con el jefe de Correos sobre el atrevido atentado de De-Hinchú, al robar la correspondencia de la Unión. Con la compra de un nuevo saco de correos, quedó solventado el asunto.
Retíranse los convidados, y Julia se queda sola con su doncella Celia; confiésale la repentina pasión que se ha despertado en su pecho, pero se arrepiente de su precipitada promesa, y expresa su resolución de esforzarse en dominar su amor; pero éste es tan poderoso, que al fin la vence. Las dos escenas que siguen, son superfluas para el curso de la acción.
Pronto me arrepentí de esta precipitada oferta, y la tuve por grandísima tontería en la parte que se refiere a juicios generales de crítica y a opiniones sobre el género literario que más se cultiva en España.
La Francia estuvo a punto de ceder a esta atracción, y no sin grandes esfuerzos de remo y vela, no sin perder el gobernalle, logró alejarse y mantenerse a la distancia. Sus más hábiles políticos no han alcanzado a comprender nada de lo que sus ojos han visto al echar una mirada precipitada sobre el poder americano que desafiaba a la gran nación.
Los lindos zapatos de la condesa, que se hundían en él como dos ratones, aparecían mojados cada vez que levantaba el pie. Dentro de aquella bóveda enana zumbaba una muchedumbre de insectos, que empezaban á sentirse inquietos por la marcha cada vez más precipitada del sol. Á veces se percibía un ruido leve y sordo entre las ramas, y veíase un pájaro salir de un árbol y posarse en otro cercano.
Entonces, de la encendida y húmeda lengua del perro caía gota a gota ese sudor interno que, no encontrando paso por los cerrados poros de la piel, se exhala por la boca. El pobre animal parecía muy cansado y sus lijares se agitaban con precipitada respiración. Luego emprendía de nuevo su marcha por aquel largo camino solitario y abrasado. De pronto se detuvo.
Dudaba Lady Clara de que en su precipitada huida hubiese dejado el dinero como él decía; pero, de cualquier manera que fuese, no tenía el derecho de poner en peligro la seguridad de este honrado chino, rehusándolo; así es que exclamó: Está bien, John. Me quedaré con él; pero has de volver a verme. Lady Clara titubeó.
Palabra del Dia
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