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Actualizado: 3 de mayo de 2025


La guerra, así como es madrastra de los cobardes, es madre de los valientes, y los premios que por ella se alcanzan se pueden llamar ultramundanos. ¡Ea, pues, amigos, juventud valerosa, poned los ojos en aquel navío que se lleva las caras prendas de vuestros parientes, encerrándonos en estotro que en la ribera nos dejaron, casi, a lo que creo, por ordenación del cielo!

Sin duda, Que sólo puede su ingenio Ser admiración de cuantos Bebieron el sacro aliento. No tiene esa facultad La estimación que otros tiempos. Y de eso nace el no haber Quien á estudios tan supremos la atención; sino miren Con qué laureles y premios La antigüedad celebraba A los varones de ingenio.

Maltrana comenzó a estudiar el bachillerato sin salir del Hospicio. Cada curso fue un motivo de entusiasmo para su protectora y su madre. Premios, matrículas honoríficas, palabras de satisfacción del director, ufano de que el establecimiento incubase tal prodigio. Se bebe los libros decía la Isidra . Yo no de dónde he sacado a este fenómeno. El señor José sólo le veía de tarde en tarde.

El brigadier le recibía con los brazos abiertos y le apretaba contra el pecho preguntándole después con sonrisa dulce y triste: «¿Cómo te va, hijo míoSe enteraba minuciosamente de sus estudios, de sus recreos, de sus faltas, de sus premios, de cuanto le ocurría, en suma, y no se cansaba de recomendarle la formalidad y la aplicación; casi nunca se marchaba sin dejarle algún regalo o dinero, que no pocas veces pasaba íntegro a las manos de la gentil planchadora, dueño absoluto de sus acciones y pensamientos.

Dentro de su casa disponen la mesa bien servida y aseada, en ella se sientan las mujeres juntamente con sus maridos y se portan con sobriedad, y los curas van a casa de los corregidores a bendecirles la mesa. A la tarde corren sortija en la plaza, dando premios al que la lleva, y a la noche se repiten los bailes y menguas.

Terminaba aquel día el curso, había tenido ya lugar la distribución de premios, y llegaba la hora de las despedidas.

La adoraba, y refería a ella todos sus actos, sus pensamientos, sus esfuerzos, sus ambiciones, sus sueños, sus éxitos escolares, su gloria militar, sus primeros premios y sus primeros galones. Al día siguiente de haber sido citado en la orden del día, escribió a Liette: «Estaba tan orgulloso que oía latir «tu» corazón

Había en un extremo un gran mundo con las iniciales F. L. en la tapa, y sobre él se sentó el niño como esperando algo, con los premios al lado, la cabeza baja y la gorrita en la mano, triste, silencioso, inmóvil.

La vida de Gabriel en el Seminario fue la existencia monótona y vulgar del estudiante laborioso: triunfos en las controversias teológicas, premios a granel y el honor de ser presentado a los compañeros como modelo. De vez en cuando, algún canónigo de los que explicaban en el Seminario entraba en el jardín. El muchacho marcha muy bien, Esteban.

»Como siempre sucedía en casos semejantes, yo pronuncié, en el acto de la distribución de premios, un breve discurso que produjo en Alicante un inmenso entusiasmo. Al poco tiempo de celebrado este certamen trasladé mi domicilio a Madrid, renunciando a mi cargo de vicepresidente de la Diputación, con el objeto de dedicarme exclusivamente a la práctica del foro.

Palabra del Dia

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