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Actualizado: 8 de noviembre de 2025


Y esto dicho, salieron de su acuerdo él y los demás señores, los cuales se fueron cada uno á su posada, donde comenzaron á dar órden á sus fiestas, que ya habeis oido que dende á treinta dias habian de comenzar; los cuales treinta dias pasados, hicieron su fiesta en la manera que habeis oido; y dende entónces lo continuaron hacer en la manera ya dicha, hasta este año en que estamos de mill y quinientos y cincuenta y un años.

La pobre de mi madre no puede sostenerme tanto tiempo en el seminario ni en posada tampoco: es necesario abreviar la carrera y ordenarse cuanto antes... Si no puedo ser teólogo, seré cura de misa y olla... ¿Y qué importa?... De todos modos, la curapería anda perdida; ¿verdad, D. Andrés? No me parece tan mala carrera. Se asegura el garbanceo y nada más.

He aquí mi posada, me dije, y me entré. Y como éramos antiguos conocidos... Tomé posesión de vuestra casa, y os leí en una mirada. Erais la buscona más perfecta en su época peligrosa. ¡La buscona! Ese es el nombre. Es decir, la mujer... Que ahorra sangrador, y deja á un prójimo de tal modo, que no puede valerse contra el aire.

Lo poco o nada que Avendaño comía admiraba mucho a Carriazo. Por enterarse del todo de los pensamientos de su amigo, al volverse a la posada, le dijo: Conviene que mañana madruguemos, porque antes que entre la calor estemos ya en Orgaz.

¿El traje que compraste en el Rastro? ¿Y cuánto crees que te darán? Dos piesetas y media. Yo haré por sacar tres. ¿Y lo demás? Vamos a casa migo dijo Almudena levantándose con resolución. Prontito, hijo, que no hay tiempo que perder. Es muy tarde. ¡Pues no hay poquito que andar de aquí a la posada de Santa Casilda!».

Dio Montaner para su servicio cincuenta caballos, y mayor número de acémilas que hubo menester para su casa; y porque la posada de Montaner era de las mejores de Galípoli se salió de ella, y se la dió al infante.

Costáronme veinte y cinco ó treinta reales: eran más para ver que cuantos tiene el Rey, pues por éstos se veía de puro rotos y por esotros no se verá nada. Sucedióme un día la mejor cosa del mundo, que aunque es en mi afrenta la he de contar. Yo me recogía en mi posada el día que escribía Comedia al desván, y allí me estaba, y allí comía.

Un mozo, que atambor fuè de la armada, En esta cruda, horrenda y grande ruina, Sabiendo se guardaba en la posada De Florentina y Doña Catalina, El resto de raciones, ya pasada La media noche, á priesa va y camina; Y entrando en la chozuela le sentian Las damas, y al encuentro le salian.

Era ya anochecido, y aunque Carriazo importunaba a Avendaño que fuesen a otra parte a buscar posada, no le pudo quitar de la puerta de la del Sevillano, esperando si acaso parecía la tan celebrada fregona.

Despertóme a ; y, no contento con esto, bajó al huésped para que le diese luz, diciendo que había hallado objeto fijo a la estocada sagita por la cuerda. El huésped se daba a los diablos de que lo despertase; y tanto le molestó, que le llamó loco. En esto amaneció, vestímonos todos y pagamos la posada.

Palabra del Dia

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