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Hasta sus muchos rasgos prosáicos mueven más poderosamente nuestro interés. La Numancia respira otro espíritu muy distinto: el espíritu de la verdadera poesía. Aunque este poema, según se sospecha, no debió escribirse mucho después que el anterior , es menester confesar que el autor había hecho en poco tiempo adelantos gigantescos.

Este carácter es guerrero y religioso a la vez y por lo común el argumento del poema, viene a ser una empresa feliz del pueblo para quien se escribe, cuyas virtudes, excelencias y energías capitales, están cifradas y personificadas en un héroe castizo, de su raza, si bien con no poco de Dios, engendro, concepción o encarnación de alguna deidad, como Aquiles o Rama.

Claramente indica el poema la existencia de tales precedentes, pues su lenguaje, aunque rudo y grosero, no lo es, sin embargo, hasta tal punto, que no suponga la preexistencia de un trabajo anterior y continuado, necesario para alcanzarlo.

Y esto no sólo por el prestigio de su corbata, sino porque además era hombre de iniciativa y ocurrente. Cada una de sus frases, un poema de gracia. Cuando tenía que referirse a su propia cabeza, la llamaba «la calabaza.» «Yo conocí en Sevilla una señora decía que comía por la boca

El día que hallé en los libros que en aquel entonces no conocía el poema o la explicación dramática de esos fenómenos tan espontáneos, no tuve más que un sentimiento: el de parodiar, quizás repitiéndolo, lo mismo que hombres de gran talento habían experimentado antes que yo. Su ejemplo nada me enseñó: sus conclusiones, cuando a ellas llegué, no me corrigieren.

Todos los jóvenes de tu edad se perecen por ir allá; decía tía Pepa sólo , como un viejo chocho, te estás entre las cuatro paredes. Allí estaba yo bien, cerca de Angelina. No me cansaba de mirarla: cada palabra suya era para un poema. Era yo muy dichoso. ¡Qué mayor ventura que no separarme de su lado!

Ese calavera, ese despilfarrador de su savia latina, ha escrito en su vida, lo repito, dos composiciones. ¿Impotencia? Hablaría en verso un día entero. ¿Desidia? Necesita más actividad moral para una charla de una hora que para un poema.

Consideremos primero el FAUSTO como drama sencillo, como drama humano; esto es, no veamos en él sino la primera parte, descartando de ella todo aquello que justifica, pide y exige la creación de la segunda. Y hablemos después de la segunda parte, y de todo aquello que hace del FAUSTO un poema misterioso, enciclopédico, filosófico y con pretensiones o realidades de archi-profundo.

En días sucesivos leyeron con las cabezas juntas, como los amantes adúlteros del poema dantesco. «¡Qué hermoso! exclamaba ella . ¿Y dices que esto tiene miles de años? ¡Si es de lo más moderno! ¡Si parece de ahora!...» Llevada de su caprichosa imaginación, lamentaba que las palabras nobles y melancólicas de Prometeo no fuesen acompañadas de música. «Una música de Wagner, ¿me entiendes?, de nuestro amado don Ricardo... O mejor de Beethoven: algo así como la Novena sinfonía». Fernando recordaba la escena que los había hecho comulgar a los dos en el estremecimiento de la admiración.

Anita volvía de sus escapatorias de salvaje con los ojos y la fantasía llenos de tesoros que fueron lo mejor que gozó en su vida. A los veintisiete años Ana Ozores hubiera podido contar aquel poema desde el principio al fin, y eso que en cada nueva edad le había añadido una parte.