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Actualizado: 9 de septiembre de 2025
Y si, en el día de hoy, sin salir de España, quiere usted hallar un modelo acabado de este pesimismo para reir, búsquele en los escritos, en prosa y verso, de Miguel de los Santos Álvarez, y singularmente en algunas octavas del poema María.
Pero de la que estaba más orgulloso y la que le había valido, al decir de él, infinitas enhorabuenas, era un cierto poema dedicado al desafío de dos íntimos amigos suyos, fatal para el uno de ellos, pues el contrario le había atravesado el vientre de un balazo.
Tal, en resumen, fue el hombre, y tales las prendas principales del hombre que concibió y produjo el poema de FAUSTO. La idea de FAUSTO le acompañó siempre: fue la mayor preocupación de su vida. Su realización completa comprende también su vida toda.
En larga fila, contestando a las cuchufletas y carcajadas del gentío con burlescos saludos, aparecían las figuras más salientes del gran poema bíblico.
Yo esperaba que seguiríamos hablando la lengua española cincuenta o sesenta millones de seres humanos; gran porvenir para nuestra literatura, por poco que dichos seres escriban y lean. Pero lo repito; el gozo en un pozo. Pocos días ha, recibí un librito impreso en Chartres, que contiene un poema titulado Nastasio, obra del vate argentino D. Francisco Soto y Calvo. El poema es muy original.
Cuanto existe y cuanto ha existido tiene voz y voto en el poema: la voz de la esclavitud, la voz de la libertad, la voz de las ciudades, la voz de los campos, la voz de la iglesia, la voz de la administración, la voz de los colegios electorales, la voz de los tribunales colegiados, la voz de los edificios del Estado, etc., etc.
Robledo puso cara de espanto al oir tales disparates, pero la condesa no estaba para reparar en escrúpulos geográficos. Cuando me haya contado todas sus hazañas continuó , escribiré un poema épico, de carácter moderno, relatando en verso las aventuras de su vida. A mí, los hombres sólo me interesan cuando son héroes... Y otra vez Robledo puso cara de asombro.
Y ora fuese por severidad de juicio, ora porque Fray Miguel no quería que ningún individuo descollase mucho sobre él, Fray Miguel ponía como héroe principal del poema a todo su pueblo, mirándole como pueblo elegido, como nuevo pueblo de Dios que había de vencer a todos los enemigos de su ley, que había de arrostrar todos los peligros y que había de dar cima a mil inauditas empresas.
La mirada de la traperita me refirió una historia muy sencilla. La historia de una vida de sufrimiento. La mirada de la traperita fue un poema que podía haberse reducido a estas dos palabras: «Sufro y espero.» Estas dos palabras son la historia del género humano. Sufrir y esperar. ¿Qué sufría aquella niña? La pobreza con todas sus consecuencias, acaso. ¿Qué esperaba?
El drama de Ifigenia, que, en aquellos días claros y sin nubes, había sido mi poema predilecto, estaba abierto sobre la mesa. ¡Oh, bondad del Cielo! ¡Cuánto tiempo hacía que lo había leído, cuánto tiempo hacía que lo evitaba temerosamente, de tal modo que la tranquila majestad de la santa sacerdotisa hacía sufrir a mi alma!
Palabra del Dia
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