Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !


En este género de versos, que prueban el espíritu, un tanto chancero, de Salinas, es donde más lucía su ingenio, que llegó hasta componer un poema burlesco sobre los Ejercicios de San Ignacio, que fué impreso después de haber corrido por largo tiempo manuscrito con no poca aceptación.

Estos seres, Teodoro, en mi tiempo, en la tercera página de la Biblia, apenas usaban exteriormente una «hoja de parra». Hoy son toda una sinfonía, todo un engañoso y delicado poema de encajes, batistas, sedas, flores, joyas, cachemires, gasas y terciopelos.

La Bohemia Nocturna lleva una corona de estrellas sobre el cabello negro, negro como el ala del cuervo que canta «¡Nunca más!», en el poema del Dolor de las almas. Sus manos son de marfil transparente, como los dedos de niebla de las Parcas, y toda ella tiene un perfume vago de azahar y de adelfas y de incienso. El Amor, el Dolor y el Misterio.

Antes, aún siendo niño, había ya traducido en verso el poema de Claudiano De raptu Proserpinae, y quizás escrito obras dramáticas en cuatro actos, según indica en el Arte nuevo de hacer comedias; pero la que llegó a nosotros atribuída a esa primera edad, Los Hechos de Garcilaso, no puede haberla compuesto antes de los diez y seis o diez y ocho años.

La misma energía de Goethe para desprenderse de sus personajes, aunque los saque de su propio ser y para apasionarlos y moverlos, permaneciendo él impasible y sereno, le hizo preferir al poema narrativo, una forma más objetiva, perfecta e impersonal aún: el drama. En el drama el poeta desvanece por completo su personalidad.

Sus composiciones sueltas y su poema histórico Nápoles recuperada, bastan para darle lugar preeminente en el español Parnaso. No es menos notable como prosador castizo y elegante.

Aun así, en esto de encerrar en una novela o en un poema el saber, no con fin didáctico, sino con fin estético, los antiguos nos llevan enorme ventaja. Homero pudo poner en la Iliada cuanto en su tiempo se sabía y no poco de lo que estaba en germen y en lo futuro debía saberse o inventarse. Ya la Divina Comedia, del Dante, es harto menos comprensiva de ciencia.

Astucia de mujer, cavilosidad de hombre, entereza de ánimo, escozor de vanidad ajada, ¡cómo vinisteis a tierra fundidos por aquel calor que, traspasando las telas y penetrando las carnes, llegaba por los nervios al centro de las almas! ¡Vida mía! ¡Juan, por piedad! Fueron dos exclamaciones más henchidas de poesía que el mejor poema.

Era la biblioteca de un Ulloa, un Ulloa de principios del siglo: Julián extendió la mano, cogió un tomo al azar, lo abrió, leyó la portada... «La Henriada, poema francés, puesto en verso español: su autor, el señor de Voltaire...». Volvió a su sitio el volumen, con los labios contraídos y los ojos bajos, como siempre que algo le hería o escandalizaba: no era en extremo intolerante, pero lo que es a Voltaire, de buena gana le haría lo que a las cucarachas; no obstante, limitóse a condenar la biblioteca, a no pasar ni un mal paño por el lomo de los libros: de suerte que polillas, gusanos y arañas, acosadas en todas partes, hallaron refugio a la sombra del risueño Arouet y su enemigo el sentimental Juan Jacobo, que también dormía allí sosegadamente desde los años de 1816.

El monumento mas antiguo del romance castellano, es el poema del Cid, que en este momento tengo ante mis ojos.