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Actualizado: 18 de noviembre de 2025


Los patios, en Córdoba y en otras ciudades de la provincia, son como los de Sevilla, cercados de columnas de mármol, enlosados y con fuentes y flores. En los lugares más pequeños no suelen ser tan ricos ni tan regulares y arquitectónicos; pero las flores y las plantas están cuidadas con más amor, con verdadero mimo.

Así era como las gentes se volvían muy instruidas, porque libres entonces de su envoltura corporal iban a la escuela de los que podían enseñarles más cosas de las que sus vecinos podían aprender con ayuda de sus cinco sentidos y del pastor. Y, ¿dónde había adquirido maese Marner su conocimiento de las plantas y también el de los hechizos, cuando se le ocurría darlos?

«¡Hola! dijo el perverso animal . ¿Con que todavía echas plantas? Pues tómate esa.» Y diciendo esto, le cubrió de cenizas; tras lo cual, se puso a cantar, según su costumbre, como si hubiera hecho una gran hazaña.

Quería arrodillarse ante sus plantas para que la pisara, para que hiciese alfombra de sus encantos: quería servir como una esclava a aquel amante que era el depositario del pensamiento de El, y parecía agigantado por tal tesoro.

Las plantas trepadoras se enlazan en los fustes de mármol, las flores llenan el reducido espacio con su perfume penetrante, y el agua, poco abundante, pero distribuida con el mayor arte, cae como perlas sonoras en el vaso de la fuente.

Era indecible el gozo y consuelo del ferviente Misionero, viendo crecer, por medio de la gracia del Espíritu Santo, á aquellas plantas noveles, no sólo en la piedad, sino en el número; porque corriendo la voz de que había en el país un predicador de la ley santa, los indios Penoquís, que estaban más adelante, hacia Santa Cruz la Vieja, le despacharon una embajada pidiéndole les hiciese una gracia y se dignase visitarlos, porque querían hacerse también ellos cristianos, y que si no iba, ellos, con su buena licencia, vendrían á verse con él.

Villamelón padre lloraba de gozo, y el conde de Alcudia, que allí se hallaba presente, le aconsejó que emplease para la lactancia de su hijo las veintisiete vacas y cuarenta cabras que servían de amas de cría al hipopótamo parvulito, regalo de Abbás-Pachá, que se criaba en París, en el jardín de las plantas.

Eran dos árboles más, dos plantas de aquel pedazo de tierra no mayor que un pañuelo, según decían los vecinos , y del cual sacaban su pan a costa de fatigas. Vivían como lombrices de tierra, siempre pegados al surco, y la chica, a pesar de su desmedrada figura, trabajaba como un peón.

No faltó tambien otra perfeccion sustancial á la obra que son las pinturas i dibujos de las plantas de que trata, que ocupado el Dr. Orta en otras cosas mas graves, i que mas debian importarle, dejó de ingerirlas en ellas.

Afirmóse sobre sus plantas aquel hombre, y clavó sus ojos en Quevedo. ¡Ah! ¡es vuesa merced! Yo te daba ahorcado. Y yo á vuesa merced desterrado. Pues encuéntrome en mi tierra. Y yo sobre mis canillas. ¡Gran milagro! Sirvo á buen amo. ¿A su excelencia?... Decís bien: porque sirvo á don Rodrigo Calderón... ¡Criado del duque de Lerma!¿conque eres?... Medio lacayo... Medio requiem... Decís bien.

Palabra del Dia

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