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Actualizado: 19 de julio de 2025
En lo que á mí toca, yo consideraba en aquel instante al género humano de un modo que no lo había considerado nunca: no ya como una especie privilegiada que cumple estos ó aquellos destinos en el mundo; no como actores del gran teatro del universo; no como los personajes principales del largo drama que llamamos Historia, sino únicamente como espectadores alojados en un pequeño planeta, como simples pobladores de nuestro globo, como accidentes de la creación, como testigos de la marcha misteriosa de mil mundos.
Sorprendido y ansioso esperarás con impaciencia las bellas, las dulces, las alegres aventuras como yo las he esperado, como las espera todo el mundo. Pronto sabrás a tu costa que en este planeta alumbrado por el sol no hay más que dolor, trabajo, pesares y miseria.
Merced á su cola esos seres avanzan con una rapidez, una comodidad majestuosa, reconociéndose perfectamente en ellos á los soberanos del planeta.» Y añadiría: «Lástima que la parte sólida de ese globo esté desierta, ó sólo contenga animalillos insignificantes para poder divisarse. Unicamente el mar está habitado, y por una raza buena y apacible.
Como en una llanura todos los granos de arena y glóbulos de arcilla han sido arrastrados por el río y depositados sobre sus orillas, todo el polvo que cubre el planeta ha corrido con la sangre del corazón en las arterias de nuestros antepasados.
Nadie empezó a vivir con un corazón más puro que yo, os lo aseguro, ni con ilusiones más generosas, ni más elevadas creencias... Pues bien, yo he reconocido, un poco antes que otras, gracias a mi honrado marido, que todo eso era sin objeto, sin aplicación, ni realidad... que nadie me comprendía... que hablaba una lengua desconocida en nuestro planeta... que yo era la única de mi especie, en una palabra.
Por donde yo infiero que el tal progreso substancial y personal, por cuya virtud ha de aparecer pronto el superhombre sobre la faz de nuestro planeta, no ha dado paso alguno desde hace por lo menos cerca de treinta siglos. ¿Cómo he de poner yo en duda que Hegel sabía más química, astronomía, zoología, mecánica, historia, etc., que el propio Aristóteles?
A la misma hora en que tantos miles de seres morían en masa, borrándose pueblos enteros de la superficie del planeta, él vivía sometido á una mujer, y encontraba muy dulce esta servidumbre... Una tarde, en el bar de los salones privados, Alicia le habló con resolución. Necesitaba hacer el gran juego. Ya estaba harta de «trabajar» con pequeñas cantidades, consiguiendo ganancias modestas.
Su admiración por el viejo era tan grande, que consideró detalle de poca importancia el hecho de que no hubiese atravesado nunca la Puna de Atacama, ni conociera el lugar donde estaba el sepulcro de la difunta Correa. Un hombre de sus méritos sólo necesitaba unas cuantas explicaciones para hacer lo que le encargasen, aunque fuera en el otro extremo del planeta.
Tenemos, pues, que el sol reverberaba en el cenit; que el cielo, ó sea el espacio á que no alcanzaba la sombra de la luna, seguía inundado de luz como antes del fenómeno, y que, sin embargo, la noche caía sobre la tierra, súbita, aceleradamente ya, sin gradación ni crepúsculo, como si nuestro planeta hubiese tenido luz propia y un soplo del Hacedor la hubiera apagado repentinamente.
Tan alta era la importancia que Fray Miguel daba a nuestra existencia efímera y transitoria en este planeta.
Palabra del Dia
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