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Actualizado: 19 de noviembre de 2025


Maltrana, al ir por la calle, examinaba a las gentes con extrañeza, como si fuesen de otra raza, como si él procediese de un mundo distinto. Al bajar de su alta habitación, creía descender a otro planeta.

Todos los que yo conocí han muerto ó están lejos. A veces creo que he caído en otro planeta. ¡Qué soledad!... Parecía abrumada por este mundo nuevo, que no podía comprender. Y el primero que me sale al paso capaz de recordarme la vida anterior, es usted... ¡Mejor hubiese sido no vernos!

En toda la áspera relación de sus aventuras no hay un solo pasaje, si no me engaño, exceptuando éste, en que su corazón se sienta conmovido. Guerra á las razas marinas. Recapitulando lo que antecede y la historia de todos los viajes, experiméntanse dos encontrados sentimientos: 1.º Admiración por la audacia y el ingenio con que el hombre ha hecho la conquista de los mares, subyugando su planeta.

Nunca habia girado un planeta mas hermoso al rededor del sol: su curso era libre y regular, ningun astro mas benefico existia en el espacio.

En nuestro planeta, el aceite la reemplaza, pues bebiéndolo copiosamente calienta su cuerpo. Gran contraste entre el hombre y los anfibios soñolientos, que aun en dicho clima saben vivir sin padecer mucho. Bastante lo indican los tiernos ojos de la foca. Nodriza del mar, de continuo está en relación con él, y sabe aprovechar todas las ocasiones para aprovisionarse.

Buscaba la gloria siguiendo el camino de sus aficiones, y por esto se había dedicado á cazador, persiguiendo y matando animales peligrosos en todas las latitudes del planeta. La señorita Craven recibía con frecuencia periódicos deportivos con el retrato de James carabina en mano, vestido de viajero ártico ó cubierto con un gran fieltro de cazador del centro de África.

Un ayuda de cámara irlandés se encargaba de contestar, imitando su firma, los centenares de cartas femeniles que llegaban semanalmente de todos los extremos del planeta pidiendo á Gould un autógrafo sentimental. Mina vió su casa, elegante edificio de madera, verde y blanco, entre jardines siempre primaverales.

La desesperante extensión de una mitad del planeta va a interponerse entre nosotros... ¡Ay! ¡quién me devolverá tus ojos amados de reflejos de oro, tus brazos suaves de blancura de hostia, tu voz ceceante de infantil arrullo, tu boca de lacre, tu pecho neumático, cojín de ensueños y de olvido!...

El mundo al que había de volver le parecía lejano, muy lejano. Aquel Bilbao, del que era rey, estaba sin duda en otro planeta con sus agitaciones de lucro, con sus fiebres de egoísmo, de las que no llegaba nada, absolutamente nada, á aquel tranquilo rincón. Estoy bien, Luis: mejor que nunca. La satisfacción que adivino en mi mujer y mi hija, me llena de alegría.

Creyó avanzar en una atmósfera en la que se habían disminuído las leyes de la gravitación, en un planeta sumido en eterna noche primaveral, donde el aire, los árboles obscuros y las cosas perdidas en la penumbra vibraban con un ritmo poético. Durmió penosamente, pero se levantó tranquilo y animoso. El encargo de Alicia resucitó en su memoria.

Palabra del Dia

vengado

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