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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Procuramos, en nuestros paseos por la plaza de un pequeño pueblo valenciano, no salirnos de las islas de sombra que trazan los plátanos sobre la tierra rojiza y ardiente. Silencio de sueño, calma profunda de siesta veraniega.
Primeramente se planta una huerta de plátanos, y cuando estos están ya bastante crecidos, se siembra el cacao al pié de cada uno de ellos: los cacahuales brotan y van creciendo poco á poco, protegidos en su primera edad por la sombra que les hacen los plátanos, hasta que al cuarto ó quinto año du su plantacion fructifican abundantemente.
Doy la cifra en varios tipos monetarios para que su enormidad no se atribuya a un error . ¿Os figuráis la pirámide de racimos de plátanos que se necesita, pagados a ínfimo precio, para alcanzar esa suma?
El descuido mas completo y la negligencia mas desdeñosa, convencen al que le visita del poco interes que sin duda inspira á los brasileños. Y en verdad que es una lástima, pues aparte de las dos magníficas colecciones de soberbios plátanos que le adornan, contiene una gran riqueza de plantas escojidas y muy estimadas, que brotan espontáneamente, quizá á despecho de los que cuidan el jardin.
Los obscuros conos del alerce cortaban este océano de luz, en el cual se prolongaban sus sombras. Deshojábanse los plátanos y castaños de Indias, y de cuando en cuando caía, con golpe seco y mate, algún erizo, que, abriéndose, dejaba rodar la reluciente castaña.
Hombres de todos los pueblos andan asombrados por las calles morunas, por las aldeas negras, por el caserío de bambú javanés, por los puentes de junco de los malayos pescadores, por el jardín criollo de plátanos y naranjos, por el rincón donde, de su techo labrado como un mueble rico, levanta su torre ceñida de serpientes la pagoda.
Tiene callejuelas tortuosas que reptan monte arriba; tiene vías anchas sombreadas por plátanos; tiene viejas casas de piedra con escudos y balcones voladizos; tiene una iglesia con filigranas del Renacimiento, con una soberbia reja dorada, con una torre puntiaguda; tiene una plaza donde hay un hondo estanque de aguas diáfanas que las mujeres bajan por una ancha gradería a coger en sus cántaros; tiene un castillo que aún conserva la torre del homenaje, y en cuyos salones don Diego Pacheco, gran protector de los moriscos, vería ondular el cuerpo serpentino de las troteras.
Sobre esa mesa se coloca un gran número de platos: carne salada en diversas formas, carne a la llanera, cocido y plátanos, plátanos fritos, plátanos asados, cocidos, en rebanadas, rellenos, en sopa, en guiso y en dulce.
Millares, millones de racimos se apilaban en las vastas bodegas de tres vapores que cargaban simultáneamente. Ha tomado tal desenvolvimiento esa industria en el Istmo, que se han fundado compañías de vapores exclusivamente destinadas al transporte de plátanos. Más tarde, en Nueva York, me expliqué ese consumo extraordinario.
Yo le arremangaba la larga manga de la casaca de seda de color de hoja muerta, y hacía viajar mis labios devotos por la piel fresca de sus bellos brazos; y después, sobre el diván, enlazados, pecho contra pecho, en un éxtasis mudo, sentíamos las maravillas de cristal resonar eólicamente, las palomas azules arrullarse en los plátanos, y el fugitivo ritmo del arroyo murmurador...
Palabra del Dia
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