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Actualizado: 1 de mayo de 2025
El alma no puede menos de formar una idea muy grande, muy atrevida, muy gigantesca, una idea casi maravillosa, casi fantástica, del hombre que con ese monton de mármoles da las gracias á sus compañeros de lucha, de triunfo y de gloria; porque esa enormísima y espléndida pirámide no es otra cosa que las gracias que da un general á sus fieles y valientes soldados.
En vista de todo esto, podremos decir que tanto la prosa como la poesía, son dos manifestaciones de la palabra, son las dos formas de que se reviste el pensamiento, y que si la una es el fruto, la otra es la flor; que sin flor no puede haber fruto, y que por lo tanto, enredarse mas en esta cuestion seria lo mismo que disputar sobre si tiene mas importancia la base que la cúspide de la pirámide, ó cual fué primero: el huevo ó la gallina.
Eran casi las ocho; y apenas podia distinguir el nombre de los generales y batallas del imperio, batallas y nombres escritos en las altas paredes de aquella pirámide. No soy tan entusiasta de Napoleon como otros muchos. Le admiro más por sus desafueros y sus vicios que por sus virtudes y sus glorias: si viviera le apostrofaria vigorosamente en estas páginas.
Encendido en rabia, marcha en contra mía como pirámide ambulante, y reconociéndome por un mortal, furioso y despechado hiere el suelo con su planta, y trastorna la mitad de la Arabia. Me asalta y prende como el sacre a la paloma: con sus alas fulminantes me azota y me maltrata, me abrasa con su aliento de ascua, me lanza en el aire y me rechaza al suelo.
Cuando el grupo de gente de la Pola, en cuyo centro venían el gaitero y el tamborilero, desembocaron en la plazuela, se hallaba ya ésta poblada de hombres, de mujeres y niños, aunque todavía predominasen éstos. Linón de Mardana se dirigió con su tridente á la gran pirámide de árgoma, tomó de ella una razonable cantidad, la colocó en el centro y dió fuego.
No había mostrador como el de aquel porteño: todo el barrio junto no era capaz de desdoblar una pieza de madapolán y de volverla a doblar como don Narciso; y si la pirámide misma le hubiera querido disputar su amor a Buenos Aires, a la pirámide misma le habría disputado ese derecho.
La pirámide ó el cuerpo que cubre el centro tiene una estupenda elevacion, y el visitante sube á la cima por escaleras de caracol que hacen pensar en los Titanes escalando el cielo, ó por medio de una maquinaria ingeniosa que levanta suavemente docenas de curiosos, produciendo la misma sensacion de uno de esos sueños de encantamientos en que algun poder misterioso nos lleva á las regiones aéreas.
A la puerta, a un lado, troncos colosales de madera fina repulida; y al otro, de color de rosa y verdemar, la pirámide del mármol transparente de la tierra, del ónix que parece nube cuajada de la puesta de sol. Del techo cuelga, verde y blanca y roja, la bandera del águila.
La madre, que espiaba detrás de una puerta, tenía que hacer esfuerzos para no entrar y comerse á besos á Ulises. ¡Con qué gracia imitaba los gestos y genuflexiones del sacerdote principal!... Hasta aquí todo iba perfectamente. Cantaban á pleno pulmón los tres oficiantes junto á la pirámide de luces, y el coro de fieles respondía desde el fondo de la pieza con temblores de impaciencia.
En la obscuridad del Parque no vio más que las sombras de los eucaliptus, acacias y castaños de Indias; y allá a lo lejos, como una pirámide negra el perfil de la Washingtonia, el único amor de Frígilis, que la plantó y vio crecer sus hojas, su tronco, sus ramas. Esperó en vano.
Palabra del Dia
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