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Actualizado: 17 de junio de 2025
Quintanar le había pedido a Paco un batín para reemplazar la levita de tricot que se le enredaba en las piernas. El batín le venía ancho y corto. Era de alpaca muy clara. El Magistral se encontró en la escalera con Visitación y Quintanar que buscaban por los rincones la petaca del ex-regente que Edelmira y Paco habían escondido.
Al fin, sacando la petaca y ofreciéndole un magnífico cigarro habano, abordé el asunto. Pues mi objeto al venir a verle dije, como si no hubiera pasado nada antes era que usted me enterase de ciertas particularidades referentes a una de las profesoras del colegio, la hermana San Sulpicio. Con mucho gusto repuso algo avergonzado.
Dijo el práctico Guzman al Capitan que de allí en adelante, hasta llegar á las juntas del Rio Tarija, por causa de sus playas, gastaria cerca de un mes: que ya no habia mas que una petaca de bizcocho y otras dos menos de media, y de charque muy poco: que el camino era dilatado, que precisaba proveerse de comida, porque en adelante no habia esperanzas de hallar auxilios, y que le avisaba esto, porque era de su obligacion.
El tal Mayorazgo, que así se le llama, es hombre algo bruto, pero muy pagado de que le mimen y le soben. Al despedirse, dele usted un cigarro; no de los que nos ha repartido en la mesa, sino de los que lleva usted en la petaca para su uso particular.
Acto continuo levantó el colchón, y escarbando en la tierra, sacó una petaca vieja y sucia, que cuidadosamente escondía entre trapos y cartones, y metiendo los dedos en ella, como quien saca un cigarro, extrajo un papelejo, que desenvuelto mostró una monedita de dos reales, nueva y reluciente.
Yo bien, gracias a Dios dijo el Mayorazgo sin hacer un gesto. ¿Usted fuma? le preguntó el candidato sacando la petaca. Algunas veces, si el tabaco es bueno respondió el otro. Pues ahí va uno de la Vuelta de Abajo. Se estima refunfuñó el obsequiado mordiendo la punta. Y ¿qué tal andamos por acá? preguntóle el candidato, deseando arrancar siquiera un gesto de interés a aquel pedazo de bárbaro.
A que respondió el práctico: "yo no camino, á no dar providencias de comida; pues ya no tiene mas que petaca y media de bizcocho: que dejase el barco, que él se quedaria custodiándolo con dos peones, interin se proveia de todo lo necesario."
¡Hombre!, estudiado precisamente... repuso don Simón un tanto resentido . Pero creo que no me saldría del todo mal. Pues si es bueno, diga usted poco. ¿Y el cigarro? También de los de la petaca; que para malos, ya los tiene él, como estanquero.
La vieja despertó con el ruido de pasos. Al ver al prelado, dio un grito de sorpresa: ¡Don Sebastián! ¡Aquí usted...! He querido visitarte dijo el cardenal con sonrisa bondadosa, sentándose en una silla . No siempre habías de ser tú la que me buscases. Te debo muchas visitas, y aquí estoy. Hundiendo una mano en las profundidades de la sotana sacó una petaca de oro, encendiendo un cigarrillo.
Chisco, cuando notó que yo me había sentado, se detuvo, volvióse hacia mí, se sonrió a su manera al verme tan bien acomodado, y, por último, retrocedió lentamente. Cuéntame eso le dije en cuanto se detuvo a mí lado ; pero con todos sus pelos y señales. Para infundirle buenos ánimos le di un trago de los de mi frasquete, que era la mejor golosina para él, y un cigarro de los mayores de mi petaca.
Palabra del Dia
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