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Actualizado: 24 de noviembre de 2025


Desde hace cerca de un mes que estoy en Madrid, ¡cuántas cosas tristes he visto! ¡Ni una oración, ni un acto de piedad! Comprendo que padre no vaya a misa, aunque bien pudiera sustituirla con algunos actos de recogimiento y penitencia; pero, ¿y Vd.? ¿y Leocadia? ¿y Pepe? ¡Vivís como herejes!

Lo mismo calificaremos ambos un pecado, una falta, un delito, y lo mismo marcaremos y determinaremos la obligación que de él nazca. Las razones teológicas tienen que ver con la penitencia, con la expiación, con el perdón, con la gloria ó el infierno, allá en el otro mundo, y en esto para nada tienes que meterte ahora. Veamos, pues, ese caso, ya que quieres consultarme.

Lágrimas abundantes caían sobre su pecho, como sobre una ancha bandeja. Entre nosotras continuó Karaulova no se respeta nada, ni moral, ni religión. El otro día me casaron, en broma, con uno de los clientes. Toda la ceremonia fue un sacrilegio. Se hizo burla de cuanto se considera sagrado... ¡No, no, no hago penitencia!

Tiene razón afirmó la joven prostituta Kravchenko, que seguía la discusión con un interés sostenido . ¡Se divertiría, cantaría, bebería, recibiría hombres, y luego, de la noche a la mañana, a hacer penitencia! No; sería demasiado cómodo. De ese modo, hasta a los mayores pecadores les sería fácil convertirse en santos. El joven abogado la miraba con una atención siempre en aumento.

Pero había para Ester Prynne una vida más real en la Nueva Inglaterra, que no en la región desconocida donde se había establecido Perla. Su culpa la cometió en la Nueva Inglaterra: aquí fué donde padeció; y aquí donde tenía aún que hacer penitencia.

Fué menos feliz en transformar en dramas las novelas de Cervantes; por grande que sea su habilidad y talento para convertirlas en comedias, queda siempre inferior á su modelo, como lo demuestra su Don Quijote, en el cual acumula las historias de Cardenio, Lucinda, Don Fernando y Dorotea, así como la de la Micomicona y la de la penitencia en Sierra-Morena.

María acataba estas razones y procuraba hacerse digna por todos los medios que estaban a su alcance, por la oración, por la humildad y la penitencia, de aquellas increíbles gracias que Dios ponía en su mano.

A los ocho años se quiso envenenar, en un arrebato de tristeza, con unas yerbas que le parecían de cicuta; pero las yerbas sólo le sirvieron de purgante. Lo encerraron en su cuarto y lo hicieron ir a la iglesia en penitencia, con su gorro de dormir. Cuando vio el mar por primera vez, tuvo deseos misteriosos, y conoció que era poeta.

Pero Clara, aunque se sorprendió mucho, no dió importancia al hecho. La otra se sonrojó ligeramente, y tomando de nuevo el libro de Santa Teresa, dijo: Voy á ver si encuentro un pasaje que hay aquí recomendando la penitencia. Hojeó el libro, y leyó.

Según refiere el erudito escritor del Diario de Lima, en los números del 4 y 5 de octubre de 1791, hubo procesión de penitencia, sermón sobre el texto de David: Exurge, Domine, et judica causam tuam, constantes rogativas, prisión de legos y sacristanes, y carteles fijando premios para quien denunciase al ladrón.

Palabra del Dia

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