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Actualizado: 24 de noviembre de 2025


Cuando, volviendo aún la cara, repetía entre sollozos el «mea culpa» de la penitencia infantil, «que no lo quería hacer», ocurriósele al maestro preguntarle por qué había dejado la clase dominical. Ella no quería deber nada a nadie que la odiase. ; ella le había dicho esto a Mac Sangley. «, se lo había dicho». El maestro se rió.

-La carta -dijo Sancho- no la leyó, porque dijo que no sabía leer ni escribir; antes, la rasgó y la hizo menudas piezas, diciendo que no la quería dar a leer a nadie, porque no se supiesen en el lugar sus secretos, y que bastaba lo que yo le había dicho de palabra acerca del amor que vuestra merced le tenía y de la penitencia extraordinaria que por su causa quedaba haciendo.

La verdad era que sentía la libertad de Julî: Julî rezaba y ayunaba por ella y si se hubiera quedado más tiempo habría hecho tambien penitencia. ¿Por qué, si los curas rezan por nosotros y Cristo muere por nuestros pecados, Julî no iba á hacer lo mismo por hermana Penchang?

Y bien podía suceder, porque algunas que entraban allí cargadas de pecados se corregían de tal modo y se daban con tanta gana a la penitencia, que no querían salir más, y hablarles de casarse era como hablarles del demonio... Pero no, Fortunata no sería así; no tenía ella cariz de volverse santa en toda la extensión de la palabra, como diría doña Lupe.

Aresti admiraba á Íñigo de Loyola como un ejemplar acabado de su raza, incapaz de ilusionarse por largo tiempo en cosas inmateriales, sacando instintivamente el poder y la riqueza de la santidad ascética, por la que habían pasado tantos otros con el cuerpo atormentado por la penitencia, comidos de parásitos, sin otra fortuna que la soga ceñida á los riñones.

Este oficial constituía el tormento y la penitencia de un médico anciano que ya no ejercía, y que también se hospedaba en el hotel; hombre ilustrado y meticuloso, que jamás aventuraba una opinión sin haberla meditado con gran espacio.

¿Y confiesas el delito delante del rey? dijo severamente Felipe III. En primer lugar no fué delito; en segundo lugar ya lo confesé, y he cumplido la penitencia. ¿Y luego no velo yo por Dorotea? ¿no me sacrifico por ella? ¿no sufro un infierno por ella? ¿Pero aquel hombre murió? dijo profundamente el padre Aliaga.

Para compensar esta ausencia de persecuciones mortificábase con ayunos y penitencias, ejecutando siempre lo que más le disgustaba. Le repugnaba algún manjar de la mesa; pues se imponía la penitencia de comerlo, dejando, en cambio, otros que le placían extremadamente. Llegó hasta echar en algunos acíbar, a imitación de lo que hacía San Nicolás de Tolentino.

Conque así, señora, cumplido ya lo de la reprensión y el advertimiento, que bien a mi pesar os he hecho, la medalla dadme, y con ella la licencia de que vuestras manos bese, y a cumplir la penitencia que se me ha impuesto vaya. Dijo todo esto el familiar con voz desfallecida y con ansias, y de tal manera, que para no perder algunas palabras, doña Guiomar tuvo que aguzar el oído.

Le decía, en una palabra, que la amaba con desesperación, en otros términos que no esperaba de ella más que la absolución de mis debilidades que en ellas mismas llevaban la penitencia y su piedad para aquellos males irremediables.

Palabra del Dia

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