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Actualizado: 22 de noviembre de 2025
Pálido, anhelante, con el cuerpo rendido a la fatiga y el alma deshecha de dolor, el P. Gil permanecía extendido en su pobre sillón. Tenía el libro abierto sobre las rodillas, los brazos pendientes, los ojos cerrados. Por los intersticios de sus pestañas comenzaron a rezumar algunas lágrimas, que bajaron trémulas y silenciosas por sus mejillas. Era la imagen triste del vencido.
Al propio tiempo me acontece que siento en mí otra clase de fenómenos que no están pendientes de mi voluntad, que yo no puedo excitar ó quitar cuando quiero; sino que están sometidos á ciertas condiciones, de las que me es imposible prescindir, so pena de no alcanzar lo que me propongo.
Mire usted, condesa dijo Pilar al cabo, satisfecha de hallar un motivo para desesperar a las Amézagas , lo bonito, es ese agujón de Luisa. Luisa sacó de su moño el clavo de oro, con cabeza de amatista, constelada de diamantes chiquititos. Otro igual tenía ayer la sueca explicó al ponerlo en manos de la condesa . Llevaba todo el juego: pendientes, collar de bolas de amatista y el agujón.
Sus largos cabellos mal trenzados, desaliñados y sin peineta, colgaban hasta el suelo. Calzaba zapatos de seda en chancletas, y llevaba largos pendientes de oro. ¡Cállate, cállate, Ramón! dijo con voz ronca al entrar en la tienda . No me desuelles los oídos.
Subiendo la escalera había previsto la disputa; pero en esta resultaba una espantable cosa que ella no había previsto. «De una manera infame repitió Sánchez Botín . Acabemos. Me gustan las cosas claras y los juicios rápidos. ¿Dónde están los pendientes de tornillo? Aquí están dijo Isidora llevándose la mano a la oreja. ¡Mentira! Esos son falsos.
Las pendientes medias, los promontorios inferiores están cubiertos con frecuencia de capas nevadas.
Medianamente; horriblemente fatigado respondió el caballero que acababa de sentarse. Y adoptó una actitud tal de cansancio hundiendo la cabeza en el pecho, dejando pendientes las manos y respirando con anhelo por su boca entreabierta, que en realidad parecía deshecho por una serie de esfuerzos colosales.
En las hondonadas profundas se han acumulado los copos en gruesas capas; en las pendientes rápidas bordan ligeramente las hendiduras como tenue velo de encaje; en los abruptos tajos sólo aparecen de cuando en cuando, como manchas brillantes.
Contemplando el oleaje de cepas que cubría las pendientes blanquecinas, el rico cosechero admiraba la fertilidad de su finca, atribuyéndola modestamente a la protección de Dios. Algunas manchas yermas extendían su trágica desolación entre el follaje de los pámpanos. Eran los rastros de la filoxera que había arruinado a medio Jerez.
Hacia el anochecer, después de haber dado la vuelta á escarpados peñascos, dejando tras de mí numerosos barrancos, salvando, á saltos de piedra en piedra, bastantes ruidosos arroyuelos, llegué á la base de un promontorio que dominaba á lo lejos rocas, selvas y pastos. En su cima aparecía ahumada cabaña, y á su alrededor pacían las ovejas en las pendientes.
Palabra del Dia
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