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Actualizado: 19 de junio de 2025


Pastor naciste y pastor eres, ¿gracias a quién? Al duque, su esposo; no lo niego. Como pastor te conduces, y todos, al parecer, para ti somos borregos. ¿No quieres decirme lo que has hablado con el fraile? Te lo diré yo, que a no me duelen prendas, Facundo. Habéis hablado de don Pedrito y Angustias.

El alocado don Pedrito tiene por delante un hermoso porvenir. Sería una estupidez echarlo a rodar de esa manera. ¿Qué iba a hacer él, sin oficio ni beneficio, casado con una pitusa, hija de un remendón que no tiene sobre qué caerse muerto? Yo no podría aprobar semejante desatino. Queda la cuestión de conciencia, la moral. Yo me río de lo que la gente suele entender por moral.

Por el contrario, se quedó asombrado ante mis conocimientos y me comprometió para otras dos piezas. ¡Qué galante!... ¡Graciosísimo, muchacha, graciosísimo! exclamé, riéndome; ya noté que te asediaba mucho y que estaba lo más obsequioso contigo. Era por los caballos. Les debo el honor de dos valses con Pedrito. Y los otros cipreses, ¿qué te dijeron?

Iréis, Apolonio, como padre, y Novillo, en representación de mi autoridad. Como el don Pedrito es mozo de empuje y más fuerte que vosotros dos, y además, se hallará demasiado encalabrinado y consentido para que le separen del pesebre cuando apenas se ha acercado a él, con vosotros va Patón, que es más bruto que un mulo, y le sujetará si se desmanda.

La niña preguntó a Pedrito: «¿Y cómo va el «apunte» de Pilar y su amigo?» «Forfey» repuso Pedrito. Como yo no entendiera, pregunté a mi marido lo que había dicho. «Forfey» me dijo Jorge es una palabra inglesa para significar que un caballo se ha retirado de la carrera. ¡Qué horror! ¡Vaya una manera de hablar con las niñas que tienen estos jóvenes!

Trémulo, con los ojos ardientes, salta a tierra el primogénito y va contra su padre, que le espera en medio del camino con el bastón enarbolado. Detrás se extiende la hueste de mendigos, que tiemblan de miedo y de frío bajo sus harapos, al intentar interponerse. Señor Don Pedrito, considere que es su padre, y que le ha dado la vida, y que puede quitársela. ¡El padre es como el Dios del Cielo!

Estaba escrita con letra vacilante y temblona, y rezaba: «Ilustre señora: Pedrito y Augustias salieron en un coche para Inhiesta, a las cinco de la tarde de hoy. Se idolatran. Quieren casarse. Yo creí ejecutar una acción generosa ayudándoles. Llevan cincuenta duros que les presté; y no es que los reclame. Perdónelos y perdóneme, si nos equivocamos, por haber amado tanto.

Palabra del Dia

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