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Actualizado: 3 de junio de 2025


Había ya ella, durante el tiempo que estuvimos en Perrieres, y sin que yo lo supiese, pedido al señor cura que no la dejase morir sin darle todos los sacramentos; el buen sacerdote aprovechose entonces de lo que ella volvía a repetirle, y después de haberle hecho entender todas las virtudes que contiene el último sacramento, fuese a buscar lo necesario para el caso y le administró la Extremaunción que ella recibió con gran fe y angelical piedad; pidió que no se dijese una palabra a su marido, que afortunadamente se encontraba fuera en aquel momento.

Si nosotros lo conseguimos, si al fin pudimos lograrlo y convertirlo en una realidad, ¿por qué pedir más? Siempre me he dicho esto a mismo, y realmente no he pedido mucho más.

A Pepita no pensó ni determinó prevenirla sino a lo último, diciéndole que D. Luis espontáneamente le había pedido hora para hacerle una visita de despedida y que ella había señalado las diez. A fin de que no se originasen habladurías, si en la casa veían entrar a D. Luis, pensó en que no le viesen entrar, y para ello era también muy propicia la hora, y la disposición de la casa.

Así permaneció mucho tiempo, deseando que transcurriesen las horas con prodigiosa rapidez y terminase el suplicio de una espera impotente, viendo aparecer á lo lejos el auxilio que había pedido á sus amigos. Sus ojos, que examinaban el horizonte, sin ver en él nada extraordinario, se animaron de pronto al distinguir un pequeño jinete que iba agrandándose en el avance de su galope continuo.

Pues tiene mucho que ver; porque el Arcipreste ha pedido auxilio al otro; quiere dejarle la carga de la conciencia de la otra. Muchacho, muchacho, que te resbalas advirtió el padre del deslenguado, que estaba presente y admiraba la desfachatez de su hijo, adquirida positivamente en Madrid, y muy a su costa.

Si la horrible dolencia que oprime dia y noche mi desgraciada vida, me dejase algun tiempo de descanso, yo iria á saludaros otra vez; pero me volveria pronto, porque ya tengo ageado mi sepulcro, ya he pedido mi tierra postrera á mi adorada Andalucía.

Ella le había pedido, con cálidas frases de terneza, un viaje a su país, de donde seguramente la trajo otra aventura amorosa. ¿No valían sus caprichos la pena de «botar la plata»?... Fué el viaje una pura gorja en que a cada momento tuvo la bella indiana descubiertas por tentadora sonrisa las perlas nitescentes de su boca. Era una delicia vivir y gozar tanto, ¿«no»?...

Sin embargo había pedido, no se sabe si al cielo o al infierno, que desatase su lengua y que le diese habla, y habla no chabacana y grotesca como la que usaba por lo común, sino culta, elegante e idónea para las nobles reflexiones y bellas cosas que ella imaginaba que le convenía expresar.

Pero ¿qué le ha dado á ese hombre?... ¿Qué es lo que busca?... Si deseaba algo, no tenía mas que haberlo pedido. El asombro les hacía suponer fuerzas ocultas y temibles detrás del sublevado. Algunos hablaron de meter inmediatamente en la cárcel á varios personajes de la capital para someterlos á un Consejo de guerra.

No comprende usted exclamó con desesperación. ¿Y la humillación, y la vergüenza? ¿No es eso nada para usted? ¿Cómo pensar en eso sin morir? Tal idea me da fiebre... Temblaba y estaba agitada por grandes calofríos. Es preciso absolutamente que yo tenga esas cartas. ¿Se las ha pedido usted al señor Lautrec? , sin duda; y se ha negado a dármelas. Es abominable, odioso...

Palabra del Dia

cabalgaría

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