Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 9 de octubre de 2025


Estábamos en el comedor conversando, cuando a Camucha se le ocurrió hablar de mi antigua pasión por José Luis. Yo sentí como si me dieran un golpe en el pecho y no pude dejar de mirar a Julio.

Al fin la niña desahogó el pecho oprimido y dijo con voz cortada por los sollozos: Hoy han estado en casa Paulina y Segunda y me llevaron a la tienda de Joaquina antes de venir a la novena... y allí comenzaron a burlarse de ... ¡Me dijeron unas cosas tan malas! ¿Qué te han dicho?

Después de largo rato de silencio hizo un esfuerzo, y fatigada, como si le oprimieran el pecho, me dijo, alargándome un objeto que sacó del bolsillo del delantal: Toma: es una medallita; la he llevado al cuello desde niña; me la puso mi madre, y me la he quitado para dártela.... Ahora, ¡dime adiós, y perdona si mi cariño es causa de amarguras para !... Iba yo a detenerla.

ZORAID. ¿Adónde está Jarifa? CELIND. No presumas Que alguno de tu casa parte ha sido Para tanta desdicha. ZORAID. Dime luego Quién la llevó y adónde está, Celindo, O pasaréte aquese infame pecho. CELIND. Señor, cuando a Granada te partiste, Vino aquí de secreto Abindarráez, Y se casó con ella. ZORAID. ¡Ah santo cielo!

He mirado tus ojos serenos, me he bañado en su luz tardecina, y he logrado saber tus angustias, y he logrado leer tus desdichas. Hay un dardo mortal en tu pecho y en tu frente una sombra querida, una tenue tristeza en tu rostro y en tu boca una vaga sonrisa... algo raro que es todo un misterio, que nadie lo acierta y no lo adivina.

Perla resentía la ofensa, y se vengaba con todo el odio de que puede suponerse capaz un pecho infantil.

¡Silencio! repitió; y su cabeza cayó sobre su pecho; se hubiera dicho que estaba absorta en un profundo ensueño. Solamente de cuando en cuando la agitaba una especie de temblor convulsivo, y sus dientes se entrechocaban.

Al ver al viejo sentado en su poltrona, con la espalda un tanto caida sobre el pecho; con la frente un tanto caida tambien, como si las canas la agobiasen: al ver sus ojos que de soslayo y furtivamente miran á la muchacha como el milano mira á la tórtola, reflejando de un modo tan característico la sábia malicia de la experiencia; al estudiar la cara de aquel hombre, cuya mirada fraudulenta parece pasearse sobre la jóven, no pudiendo adivinar nosotros si se entristece, ó si se extasía devorando un goce que ha muerto en su organizacion, pero que vive y que palpita en su memoria y en su ansiedad: al mirar aquel corazon que ya no late en aquella vejez; al mirar aquella vejez que late aún en aquel corazon: más todavía; al contemplar las piernas del viejo, cruzada la una sobre la otra, mientras que la derecha parece moverse como si quisiera decirnos: ¡quién habia de pensarlo! ¡Quién habia de pensar que aquellos tiempos pasaran tan pronto!

¡Ven ya, mi dulce amor! ¡Ven, que entre tanto lo admiro todo, pero... no me llena! ¡Vén a enjugar por fin mi acerbo llanto! Vén ¡la nostalgia el corazón me apena! Yo soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz; soy incorpórea, soy intangible; no puedo amarte. ¡Oh, ven, ven ! ¿Por qué tan lejos, mi bien, y de tan apartado, continuamente suspiros por de mi pecho arranco?

La tristeza, como si fuera un ser viviente, se posó en su pecho y le clavó las garras en el corazón. Así permanecieron ambos, estrechamente unidos, mientras fuera, en el jardín, caían gruesas gotas de nieve derretida, y todo era claridad, luz radiante. Se oía, hacia el estanque, una risa jovial; era Pomerantzev, que echaba al agua barquitas de papel y se reía, lleno de júbilo.

Palabra del Dia

estrenaríamos

Otros Mirando