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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Juanito no pecaba de corto, y al ver a la chica y observar lo linda que era y lo bien calzada que estaba, diéronle ganas de tomarse confianzas con ella. ¿Vive aquí le preguntó el Sr. de Estupiñá? ¿D. Plácido?... en lo más último de arriba contestó la joven, dando algunos pasos hacia fuera. Y Juanito pensó: «Tú sales para que te vea el pie.
El chico no era un lince, pero tampoco lo contrario; y como no pecaba de robusto, y lo aprendido hasta allí era demasiado para un labrador y muy poco para buscarse la vida con ello, se adoptó en consejo de familia un término prudente entre los dos extremos, contando con la natural condición placentera y bondadosa del muchacho y con algunas buenas amistades de su padre.
La primera vez que tropezó con él Alvaro Peña en la Rúa Nueva, a las doce del día, le llenó de denuestos, y lo que es peor, le llenó la cara de dedos. La corrección fué tan vergonzosa, tan humillante, que Sinforoso, que no pecaba de bravo y altanero, concibió contra su verdugo odio feroz y un deseo punzante de venganza.
Volvía a valerse de sofismas para callar en la confesión aquella flaqueza: «ella no quería» en cuanto mandaba en su pensamiento, lo apartaba de las imágenes pecaminosas; huía de don Álvaro, no pecaba voluntariamente. ¿Habría pecado involuntario? De esto habló un día con el Magistral, sin decirle que la consulta le importaba por ella misma.
En todas decía que rezaba cada noche por sus bienhechores. Contaba ciento y tantos santos abogados suyos; y en verdad que había menester todas estas ayudas para desquitarse de lo que pecaba. Acostábase en un aposento encima del de mi amo, y rezaba más oraciones que un ciego. Entraba por el Justo Juez y acababa con el Conquibules que ella decía y en la Salve rehila.
Esta servidumbre de doncellas parece que alegra; me recuerda las horchaterías y algunos cafés de la Exposición...». Al Marqués le era indiferente el cambio. De todas suertes él no pecaba en casa ni siquiera dentro del casco de la población. El comedor era cuadrado, tenía vistas a la huerta y al patio mediante cuatro grandes ventanas rasgadas hasta cerca del techo, no muy alto.
El otro caballero era lo que se llama un hombre de peso. Si su vecino del sofá pecaba por su figura angulosa y rigurosamente lineal, éste pecaba por la prodigalidad chacotona con que la Naturaleza había empleado las líneas curvas para diseñarlo.
Nada arrastra tanto como el ejemplo de un príncipe, capaz por sí solo de salvar o perder a una sociedad entera, y la severa repulsa dada a Currita en Palacio, justa en medio de su severidad, que si de algo pecaba era sólo de tardía, había de arrastrar sin duda a Madrid entero, derrumbando a la ilustre dama desde la altura de su gloria, con todo el estrépito de los grandes escándalos, con todo el ensañamiento con que del árbol caído se apresuran todos a sacar leña.
En sus modales, si por algo pecaba, era por sobra de naturalidad y franqueza. La señora de Pinto, con relación a los remilgos afectados y a las ceremonias de París, era por demás llanota y campechana.
Aunque el Adelantado procuraba Guardar cuanto podia la justicia, Y al malo con presteza castigaba, Se veia que pecaba de malicia: Con todo en gran manera le cegaba Al tiempo el menester, mas su codicia; Por donde vimos todos claramente, Que estaba muy malquisto entre la gente.
Palabra del Dia
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