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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Una tarde que jugaba en presencia de varios socios y llevaba perdidas muchas piezas, vio su salvación en convertir en reina un peoncillo. ¡Este va a reina! exclamó clavando con los suyos los ojos del adversario. No puede ser. ¿Cómo que no puede ser? Y el contrario, por instinto, retiró una pieza que estorbaba el paso del peón que debía ir a reina.
Déjese de historias, amigo gritaba, como si fuese á pegarle . Bajo el sombraje hay una res desollada. Corte y coma lo que quiera, y remédiese con esto para seguir su viaje... ¡Pero nada de cuentos! Y le volvía la espalda luego de entregarle unos pesos. Un día se mostraba enfurecido porque un peón clavaba con demasiada lentitud los postes de una cerca de alambre. ¡Todos le robaban!
Entre los campos de trigo y los macizos de alcornoques, plateaba una corriente de agua fresca, que agradaba contemplar en esa asfixiante madrugada, y admirando a un tiempo el lujo y el orden de esas cosas, aquella hermosa quinta con sus arcos moriscos, sus terrazas completamente blancas, de flor de espino, las cuadras y los cobertizos agrupados en torno, recordaba yo que veinte años antes, cuando aquellas intrépidas gentes se habían instalado en ese valle del Sahel, no habían encontrado más que una mala casilla de peón caminero y un terreno inculto, erizado de palmeras enanas y lentiscos.
No habían andado dos leguas, cuando Baldomero exclamó: Pará, ché Hipólito; aquel hombre viene queriendo alcanzarnos. En efecto, era un peón de Garona, que al llegar próximo al break y antes de que su caballo se detuviera del todo, se arrojó de él, bajándole la rienda, y dirigiéndose a Melchor le dijo: Aquí le traía estos telegramas.
El banderillero se asomó a una ventana, siguiendo con la vista al peón, que corría por un camino frente al cortijo, hasta llegar al lejano término del alambrado que circuía la finca. Junto a la entrada de esta valla vio un jinete empequeñecido por la distancia: un hombre y un caballo que parecían salidos de una caja de juguetes. Al poco rato volvió el jornalero, luego de hablar con el jinete.
"El camino que sale desde las orillas del Colorado con direccion al Sauce, sigue hasta Buenos Aires, segun me informó Matias, y á las ocho leguas está el manantial, ó pozo que cita el peon Juan José Gonzalez en su relacion: de este parage á las Salinas, de que se hace mencion en mis instrucciones, habrá como un dia de camino: dichas Salinas, dice el mismo indio y otros que he examinado, son abundantísimas, y de sal excelente.
Normalmente, y sobre todo en época de creciente, derivan vigas escapadas de los obrajes, bien que se desprendan de una jangada en formación, bien que un peón bromista corte de un machetazo la soga que las retiene.
Sentíanse alegres, libres de preocupación, y en consecuencia disponíanse a ir a la chacra tras el peón, cuando oyeron a míster Jones que gritaba a éste, lejos ya, pidiéndole el tornillo. No había tornillo: el almacén estaba cerrado, el encargado dormía, etc. Míster Jones, sin replicar, descolgó su casco y salió él mismo en busca del utensilio.
El abismo que mediaba entre él y los Ocampos y Dávilas era tan ancho, tan brusca la transición, que no era posible por entonces hacerla de un golpe; el espíritu de ciudad era demasiado poderoso todavía para sobreponerle la campaña; todavía un doctor en leyes valía más para el gobierno que un peón cualquiera. Después ha cambiado todo esto.
Pero no quiero irme sin darte una limosna y un consejo. La limosna en esta. Toma, para ayuda de un panecillo». Alargó la mano ofreciéndole dos duros, y viendo que el otro no los tomaba, púsolos sobre una de las sillas. «El consejo allá va. Tú no vales absolutamente para nada. No sabes ningún oficio, ni siquiera el de peón, porque eres haragán y no te gusta cargar pesos.
Palabra del Dia
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