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Actualizado: 24 de junio de 2025
Los franceses son los únicos hombres del globo que hacen cosas, las cuales obligan á que los cristianos se rian en el momento de visitar un Panteon. Ya dije, no há mucho, que el patético de los franceses hace á un mismo tiempo llorar y reir, y lo que nos acaba de pasar es una prueba incontestable de que no los he calumniado. Es un patético que juega con las cenizas de los hombres.
«¡Pero váyase a Leporello con las diferencias entre el estilo adornado y el vehemente y patético! ¿Qué sabe el crítico zorrocloco de humanidades?
Hizo que le introduxeran en casa de su magestad; y le lleváron por una mala escalerilla á un segundo piso, donde halló en un aposento pobremente alhajado una muger mal vestida, que con noble y patético ademan le dixo: Mi oficio no me da para vivir; uno de los príncipes que habeis visto me ha hecho un hijo: estoy para parir: no tengo dinero, y sin dinero todo parto es un mal parto.
Su palabra era siempre fácil y pintoresca, ejercitándose con predilección en convencer a sus amigos cuando trataba de arrancar de ellos algún dinero para los pobres o para el culto de las iglesias. La rara volubilidad con que pasaba repentinamente de lo grave y patético a lo jocoso, y mezclaba en una súplica ardiente la sal de un dicho oportuno, la hacía irresistible.
Tibio perfume, que no venía de ningún pomo de olor, ni arquilla de esencias, sino del lecho entreabierto y de las ropas de la víspera, abandonadas sobre los taburetes, sahumaba el ambiente de la alcoba. Una criada aparejaba en el tocador las toallas, el aguamanil, la jofaina. Otra, el patético albayalde para la tez y el sanguinolento bote para amapolar levemente las mejillas.
Notable es en especial el mérito de Manolo, tragedia para reir ó sainete para llorar, escrito en los yámbicos de cinco pies de la literatura clásica, y en estilo patético sublime, hablado por la hez del populacho de Madrid, que forma singular contraste con la bajeza del asunto, y hace un efecto cómico indescriptible, salpicado aquí y allí de las locuciones más rastreras y chabacanas.
JUAN GIRAUDOUX. La escuela de los indiferentes. Traducida del francés por Tomás Borrás. Simón el Patético. Traducida por Manuel Azaña. Lecturas para una sombra. Traducida por N. González Ruiz. FRANCIS JAMMES. Rosario al sol. Traducida del francés por Magda Donato. ANNIE VIVANTI. Los devoradores. Traducida del italiano por Cristóbal de Castro. ESCIPION SIGHELE. Eva moderna.
Por otra parte, la misma emoción que temía la solicitaba con fuerza misteriosa. Hay en toda alma, juntamente con el miedo a las emociones, la curiosidad de ellas, indefinible simpatía del humano corazón con lo patético. Como la vista en las alturas siente el llamamiento del abismo, así el alma siente la atracción alevosa del drama. Llegaron.
Y tenía, por último, el estilo patético de la Semana de Pasión y de la Semana Santa, durante las cuales los sermones, más que hablados, eran en Villabermeja, y siguen siendo aún, cantados, sin que gusten de otra manera. Sermón de Semana Santa, sin lo que llaman allí el tonillo, no gusta á nadie ni se tiene por sermón.
Pacorrito lo conoció en la luz singular de sus quietos ojos azules, que despedían llamaradas de amor y gratitud. Señora, ¿quién os trajo á tan triste estado? exclamó en tono patético, angustioso. Pero pronto al dolor agudísimo sucedió la ira, y Pacorrito pensó tomar venganza de aquel descomunal agravio.
Palabra del Dia
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