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Por lo que hace á los guantes, que habían paseado por Madrid durante cinco abriles su demacrada amarillez, puede asegurarse que la alquimia doméstica tomaba mucha parte en aquel prodigio.

Pero, Honorina, ¡usted es una mujer horrible! perfectamente lo que soy. Si su hija de usted hubiera vivido, como ha estado a punto de ocurrir, no se habría ocultado de . Hubiera paseado todos los días por el Bosque, con don Diego, con mi hijo, ¡y yo les hubiera visto desde mi coche! Hubiera habitado en un palacio, en París, y yo me habría consumido a la puerta.

Hoy he paseado por el Retiro... y ¡mira lo que son las cosas, amigo! prosiguió con acento irónico , también debajo de los árboles se suelen encontrar cosas impuras. García se puso levemente colorado.

Oiga usted, Padre González, como quiera que sea, usted tiene casi toda la culpa de que yo haya conocido y tratado a Narcisito, me haya paseado con él por las calles más solitarias del Retiro y por las orillas del estanque, dejando a doña Rita a muy respetable distancia: conque así, apiádese usted de nosotros y predique a mi madre y al general, para que no persistan en que yo me case con ese abominable sobrino...

Mientras hablaremos de otra cosa. Para cosas tristes, tiempo habrá. Procuré tranquilizarla. Le referí mil casos de enfermedades nerviosas que tenían aspecto de gravísimos males, y que con el tiempo y el cuidado habían desaparecido, dejando a los pacientes buenos y sanos. Pareció convencida y, volviéndose a , me dijo sonriendo: Te habrás paseado mucho. Vas a ver esto muy triste.

Los filipinos hubiéramos recibido á dicha Comisión con muestras de verdadero cariño y completa adhesión como honrados agentes de la gran América. Los comisionados se hubieran paseado por todas nuestras provincias, viendo y observando directamente el órden y la tranquilidad, en todo nuestro territorio. Hubieran visto los campos labrados y sembrados.

Se había paseado con ella por el desierto de la última cubierta, oprimiendo su brazo aéreo, oyendo el leve crujido de sus pasos invisibles, murmurando dulces palabras que sólo obtenían una respuesta mental.

Le parecían más hermosos estos jardines de disfrute común que los de su propiedad, que todos le envidiaban. ¿Cómo podía haberse paseado solo en torno de su «villa», por las avenidas magníficas y solitarias, cuando existía en el mundo la voluptuosidad de sentarse en un banco público al lado de una mujer, ó caminar junto á ella pasando un brazo por su talle, lo mismo que aquellos pobres soldados y marinos?...

He paseado todo el parque acompañada de Alfonso y Eugenia; les hacía notar árbol por árbol todos los sitios en donde había yo jugado cuando niña; hubiera querido poder enseñarles las habitaciones, pero esto no fue posible, porque la emperatriz María Luisa las tiene actualmente ocupadas. He dado a Alfonso todo el dinero que yo me había traído, para pagar las deudas adquiridas en el juego.

Por él supe el estado de salud de Magdalena, y ella, sin duda, supo también que nada tenía que temer en cuanto a la vida del viajero; pero eso fue todo. Nada le diré a usted de aquel viaje, el más hermoso y el menos aprovechable que jamás he hecho. Siéntome, como humillado, cuando pienso que hay países en el mundo en los cuales he paseado tristezas tan vulgares y vertido lágrimas tan poco viriles.