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A los gritos de doña Rebeca acudió alarmadísima la servidumbre, y entre ayes y lamentaciones fué el moribundo transportado a su lecho. En el más ligero caballo de la casa partió a escape un hombre a buscar al médico, y otro voló a buscar al cura.

El Comendador y Lucía escribieron con la misma fecha á D. Carlos de Atienza, participándole la novedad de la despedida de D. Casimiro, de la resolución de Clara de retirarse á un convento y del estado poco satisfactorio de su salud. Don Carlos partió desatentado de Sevilla, y estuvo en la ciudad á poco.

Cediendo tu fiereza en mi seno estreché con embeleso tu celestial cabeza... ¡Y el último fulgor de tu pureza partió con el rumor del primer beso...! Ya se ha borrado la estela que bordaba aquella nave, que al impulso de su vela, sobre los abismos rueda ráuda y gentil como el ave.

De allí a pocos días partió Lázaro, y aunque alentado por sus esperanzas no dejó de darle mucho en qué pensar la visible contradicción existente entre los discretos consejos que acababa de escuchar y, la vida no muy austera de su tío, sin que acertase a comprender cómo siendo bueno lo que aconsejaba, no era completamente idéntico lo que practicaba.

Como éste partió de las galeras antes que se diese aviso en el fuerte para que le tirasen, salieron unos á él y hobiéranle de matar si no se acogiera á una barca. Después salió otro y salieron á él siete ú ocho turcos; como fueran un poco en la mar, él se iba deteniendo por alargarlos más.

Partió para Nápoles y tampoco se encontró mejor. Se habían alojado en Santa Lucía. El más hermoso golfo del universo ondulaba sus aguas azules ante ella; el Vesubio humeaba bajo sus balcones; el sitio estaba bien elegido para vivir y morir.

Pero otra cosa me ha producido todavía mayor sensacion. Luego que el amigo partió con su dinero, conté lo que me quedaba, y despues de pagar la fonda, no me resta lo necesario para volver á nuestro país. ¡Desdichado de un millon de veces! ¿Cómo se lo digo á mi mujer? ¿Qué hago? ¿A qué apelo? Pero otra novedad debia impresionarme más aún.

No era amada y partió para el otro mundo sin gran cortejo de simpatías. Yo volví del entierro, haciendo esfuerzos para sentir un poco de tristeza, pero no pude conseguirlo. Por grandes que fueran los reproches de mi conciencia, un sentimiento de libertad se agitaba en mi cabeza y en mi corazón.

Te lo juro, ¡alma de mi vida!, porque dentro de veinte años aún seremos jóvenes de amor y de dicha. ¡Oh! , nuestro porvenir es tan risueño, tan puro, que... No pudo acabar, porque una bala enramada, que entró silbando por la popa, le destrozó la cabeza, partió a Carlos en dos, e hizo añicos los cajones de flores y la jaula.

Rápidamente, se apoderó del látigo de Catalina, y de pie, pálida como una muerta, descargó varios latigazos sobre los lomos del caballo, que partió a escape. El trineo volaba entre la maleza, inclinándose ya a la derecha, ya a la izquierda. De repente se sintió un choque, y Catalina, Luisa, la paja, todo rodó por la nieve en el declive del barranco.