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Actualizado: 22 de julio de 2025


Pero no perdamos tiempo. Adelante con él, á la cárcel, hijos; uno de vosotros avisad á la parroquia y que vengan por el muerto. El licenciado Sarmiento echó á andar hacia la cárcel de corte, y los alguaciles empujaron á Montiño, que se resistía instintivamente á ir preso.

Al bufón, por lo mucho que le estimaba, dejaba seis mil doblones; al cocinero mayor, por un gran beneficio que le había hecho, mil doblones; á Pedro y Casilda, mil ducados á cada uno; cuatro mil ducados para los pobres, que debían darse de limosna para su alma, y diez mil ducados á la parroquia de San Martín por una sepultura en tierra, sin losa ni letrero, y para sufragios por su alma.

¿Y no queda más señal que esa? dijo el cocinero viendo arder con ansiedad la escudilla. No... el veneno sólo queda ahí... y en las entrañas del paje muerto... Pero, según he oído, se han llevado el paje á la parroquia sin que nadie sospeche; cuando le hayan enterrado.... ¡Oh Dios mío! ¡Dios mío! ¡Pero mi mujer! ¡Mi hija! ¿Aún amáis á vuestra mujer?...

Y lo seré, señorita, si es que usted no me echa de su lado. La mejor diversión para hoy es ver honrada la romería de mi parroquia por la señora condesa. ¿Lo dices de veras? Señorita, le hablo con el corazón. No te creo. El mayordomo hizo mil protestas á cual más exagerada para que le creyese. Gracias, gracias. Ven conmigo, pero ya sabes que no te lo exijo. Señorita, por Dios, no me ofenda...

Pobre señor cura, tiene miedo... Teme a los gendarmes de Dios, ¿verdad, abuela? ¿Qué gendarmes, hija mía? Todas las devotas del género de Celestina, son los gendarmes de Dios... A ellas corresponde la vigilancia de la parroquia entera, desde el señor cura hasta el último niño del catecismo... Es seguramente un monopolio. Exageras, Magdalena.

Yo fuí para la desdichada madre de aquella niña un hermano: comí pan seco y duro, dormí sobre el suelo, anduve sin capa en el invierno, viví en una calurosa buharda en el verano, llevé mi ración entera, y mi soldada entera de bufón, á aquella pobre madre abandonada, y cuando poco después murió, empeñé mi soldada por muchos meses para comprarla un nicho en el panteón de la parroquia, donde durmiese tranquila.

Así la voz del clérigo, engolada y espesa y muy celebrada en la comarca, se ostentaba más pura. Casi todas las mujerucas contestaron entonando un estribillo, que por cantarse en todas las festividades religiosas de la parroquia sabían de memoria hasta los más duros de oído.

Cuando las atalayas de la costa anunciaban con fogatas o humaredas un barco de moros, de todas las alquerías de la parroquia corrían las familias hacia el templo, los hombres cargando su escopeta, las mujeres y niños arreando las cabras y los asnos o llevando a cuestas con las patas atadas en manojo todas las aves de corral.

Esta última es la que de preferencia plantan, hasta en las mismas poblaciones, cerca de las casas; en donde se suelen ver igualmente algunos tamarindos. Es poco notable la cria de ganados en Isiamas; se encuentran allí, sin embargo, algunos caballos. Esta parroquia, situada á una distancia inmensa de Isiamas , es la última mision que se encuentra al norte de la provincia.

De nada podía acusar al P. Gil, que era un santo, un ser excepcional cuya ilustración servía de faro en la parroquia desde que por dicha había llegado a ella, y cuya modestia, abnegación y piedad podían servir de ejemplo y estímulo a sus compañeros.

Palabra del Dia

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