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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Mirábame con ojos donde chispeaba la gana de soltar una carcajada. Paré, pues, en firme la lengua, y más colorado que un pavo tosí tres o cuatro veces hasta reventar, supremo disimulo que hallé entonces, y le pregunté, afectando gran dominio de mí mismo, cuántos vasos había bebido ya. Entablamos una conversación indiferente. Sin embargo, a los pocos momentos ella misma volvió a sacar la otra.
La presencia del Señor del Gran Poder provocaba un suspiro de centenares de pechos. ¡Pare Josú! murmuraban las viejas, fijos los ojos en la imagen con hipnótica inmovilidad . ¡Señó der Gran Poer! ¡Acuérdate de nosotros!
Pero, señor, fegúrese usté que el hombre me llama y me ice «doy el reló pa la torre sin el menor aquel de gastos pa el respetive: yo pago too el jaleo, y pueen ustedes desde hoy avisar á los carpinteros y albañiles que han de juriacar la paré, porque la cosa estará aquí en toa la semana que viene.»
Batiste se enfadó al saber que dejaba abandonado el caballo en medio del campo, y el muchacho, enjugándose las lágrimas, salió corriendo para traer la bestia al establo. Al poco rato nuevos gritos sacaron á Batiste de su doloroso estupor. ¡Pare!... ¡pare! Era Batistet llamándole desde la puerta de la barraca.
Si nadie lo pone en duda, hombre de Dios repuso, riéndose, el de Madrid. Pero vamos á ver lo que usted desea. Á eso voy de contao.... Resulta de que yo, como decía, tengo un güerto de carro y medio de tierra á la vera de la casa, y de que ese güerto tiene una paré que le cierra sobre sí. Resulta de que esta paré se vino á tierra está mañana, por la parte de la calleja.
Por lo cual un guardia cogió a Juan enérgicamente por el brazo y le dijo: A ver; retírese V. a su casa inmediatamente, y no se pare V. en ninguna calle. Pero yo no hago daño a nadie. Está V. impidiendo el tránsito. Adelante, adelante, si no quiere V. ir a la prevención.
Citábasele alguna vez entre los bañistas más distinguidos, recién llegados; cortejaban a su hija algunos insípidos gomosos, porque era guapa y afamada de rica, y pare usted de contar. Pero ¿qué diablos valía todo esto para un hombre de su estirpe, de sus nobles ambiciones y..., sí, señor, de su significación e importancia, por donde quiera que se le considerase?
¡Hola!... ¿Conque hubo too eso? ¿Conque le ice á usté ese señor que busque carpinteros y que juriaque la paré de la torre..., y entoavía no atisba usté la estruchá? Hombre repuso el alcalde con cierta humildad que le imponía la sagacidad del viejo, no diré yo que no viera algo de ella, y por eso mandé tocar á concejo.... Pero ello, ¿qué es lo que usté teme?
¡Por vía e la paloma azul!... ¡Y que un pare de familia se vea metío en estas cosas feas!... ¿Qué dirán de mí Carmen y la seña Angustias si yegan a enterarse?... Cuando se vio en pleno campo, sentado al lado de Potaje en la banqueta de un automóvil, frente al espada y la gran señora, fue desvaneciéndose poco a poco su enfado.
Sin el favor de la opinion pública, esto es, sin crédito exterior, sin probidad aparente, sin esa probidad que sale á la calle vestida de colorea muy vivos, como los payasos, para que la gente se pare á verlos: sin la moralidad de la opinion en un gran centro de competencia, claro es que me arruino. ¿Pues qué hago?
Palabra del Dia
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