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Actualizado: 20 de junio de 2025


Buscando manera de pasar las horas de que disponíamos más dignamente que vagando por las calles, tropezamos al bajar la cuesta de Santo Domingo con el Teatro Real. Al instante se me ocurrió la idea de entrar. Teresa la aceptó inmediatamente, y á fin de que no reparasen en nosotros, tomamos entradas de paraíso.

Tambien tiene esta ciudad, por la parte del sur hasta el oriente, dilatadas campañas, donde tienen los vecinos y habitadores sus estancias de ganados mayores y menores, que son muchísimos; y heredades para su recreo, con mucha abundancia de todo género de granos y hortaliza: adornadas dichas heredades, con sus alamedas de diferentes árboles frutales, que cada una de ellas es un paraiso.

Conocía aquel mundo joven, y a él irían, su compañera, su padrino y él. Don Fernando le había descrito aquel paraíso.

Pero si en el inmenso celeste paraíso Á no te encontrase mi celestial hechizo, Mas bien entre las llamas quisiera estar que allí. Pensamiento de una cancion corsa. Esta composicion fué inserta en la página 362 del tomo de las «Obras completas de don Estéban Echeverría» como perteneciente á este autor. A este respecto dice su biógrafo el Sr. D. Juan María Gutierrez en el vol. IV. pág.

Lo mismo opinaba Luz. ¿De qué había de hablarla a ella aquel hombre sino de esas cosas y en aquellos términos?... Pero ¿cómo sería el mundo que él también se había forjado a su capricho? Casi se atrevía a jurar que era muy semejante a su paraíso. La duda la impacientaba bastante, y se decidió a salir de ella preguntándolo.

La modesta iglesia de paredes blanqueadas y llenas de una lepra de vejez mal disimulada por unos cuantos cuadros de colores violentos que hacían pensar en el verso de Coppée: Si fuese así, con todo, el Paraíso...

Allí, en toda esa comarca primorosa, ardiente paraíso de Nueva Granada, se ve la vida social, el desarrollo activo, la civilización. De Honda para abajo, siguiendo el curso del Magdalena, la escena cambia enteramente.

Con vos, Marta, este obscuro cuarto es para un paraíso en la tierra. Estarás seguramente mejor en el convento. ¡Oh! Entonces, Marta, ¿vienes conmigo? , , estoy contenta. ¡Si pudiera irme en seguida de este sitio en que he sufrido tanto! Es cierto, hija mía, pero seguramente no partiré en el mismo coche que y no me verás en todo el viaje... ¿Te pones pálida otra vez?

Algo semejante a lo que ambos sintieron experimentarían de fijo nuestros primeros padres cuando emprendieron la tarea de poblar el mundo para que hubiese quien alabase a Dios. Sonó un beso digno del Paraíso.

Son como segundos de nuestra existencia. El día que el hombre se transforme en ese ser superior, con todo el desarrollo de sus facultades intelectuales, hoy casi embrionarias, la tierra ya no será el valle de lágrimas de que hablan las religiones, sino un paraíso como no lo soñaron los poetas. A pesar del entusiasmo con que hablaba Gabriel, sus oyentes no parecían participar de tales ilusiones.

Palabra del Dia

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