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Actualizado: 22 de junio de 2025


Seguía el altar, en el que ardían cuatro hermosos cirios sobre candeleros de madera, y en el fondo estaba el Nacimiento, es decir, un portalito rústico, con las imágenes, bastante bellas, de San José, de la Virgen y del Niño Jesús, con sus indispensables mula y toro, y pequeños corderos; todo rodeado de piedras llenas de musgo, de ramas de pino, de encina, de parásitas muy vistosas, de heno y de escarcha, que es, como se sabe, el adorno obligado de todo altar de Nochebuena.

Habíase acabado la siembra de los garbanzos, los yeros y los arvejones. Ahora, las cuadrillas de muchachas y de gañanes se dedicaban a escardar los campos de cereales. Aún podían sostener el combate con el escardillo contra las hierbas parásitas. Después, cuando el trigo creciese, tendrían que arrancarlas a mano, encorvados durante el día, con los riñones quebrantados por el dolor.

Y la tierra, una tierra negra que llevaba en sus entrañas la reserva vital acumulada durante muchos siglos, por un cultivo débil y perezoso de brazos mercenarios, daba escape a su exceso de fuerza con un oleaje de plantas parásitas y nocivas que asomaban entre las cosechas. La escarda apenas si podía combatir esta florescencia de fuerzas perdidas.

Gigantesca siempre, variada al principio, encantaba donde quiera, presentando las mas hermosas vistas sobre los altos peñascos de la orilla, ó en los pabellones de lujosa verdura que venian á extender sus flotantes encajes de parásitas y enredaderas sobre la playa misma, á donde sale á calentarse, en lechos de arena calcinada, el temible y monstruoso caiman, terror de los habitadores de las ondas.

La inmensa y admirable bahía forma casi un círculo irregular; en su seno se ven anclados 20 ó 30 bergantines, barcas y goletas con los pabellones estranjeros y el nacional; un enjambre de lanchas se cruza en todas direcciones, y varios fuertes, construidos sobre islotes ó ángulos salientes de la costa, ostentan entre cocoteros y parásitas, su vieja y pesada manipostería convertida casi en escombros, ó muy deteriorada, y sin baterías.

Allí es donde infinitas especies de higueras, de nogales, y de moreras se confunden con una muchedumbre de árboles, cada uno de los cuales representa un verdadero jardin botánico por las plantas parásitas que los cubren.

Por todas partes se levantan los troncos secos y blanquecinos de millares de guayacanes, cuya verdura ha destruido la humedad de las ondas que los rodean, y las copas, retostadas por el sol en su parte superior, sueltan por todos lados festones suntuosos de parásitas enredaderas.

Su oficina carece de aseo, sus peines aterran por las plantas parásitas que contienen; os enjabonará la cara con las manos, en vez de la brocha; os raspará como si pelase á un cerdo; pero al fin os divertirá, os hará mil cumplimientos y un hermoso par de patillas andaluzas, y cuando le pregunteis cuánto vale su trabajo, os responderá con el tono mas español, mas generoso, altivo sin afectacion: «Lo que U. guste, caballero

El resto de tarde y noche hasta que nos acostamos, la ocupamos en recorrer y examinar el pequeño museo que constituía la casa del Sr. Tóbler, quien con su acostumbrada amabilidad explicaba objeto por objeto. Pájaros, mariposas, reptiles, herbarios y parásitas, había por doquier.

La decadencia física se había detenido piadosa ante la bella expresión de sus labios, encorvados hacia arriba como una luna en creciente. Sus párpados, algo marchitos, filtraban al encontrarse una luz transfiguradora semejante a la del sol sobre las ruinas, que dora el moho de las piedras negruzcas y da alegrías de jardín a las plantas parásitas de los escombros.

Palabra del Dia

lanterna

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