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Actualizado: 20 de mayo de 2025


¡Eso es!... ¡Ahora que me has apabullado! ¿Y de dónde viene ese dinero que consumen, majadero?... ¡De y de y del señor, de todos los que pagamos algo al Estado en una u otra forma!... El resultado final es que ellos consumen sin producir, que son un mal ejemplo en las poblaciones, porque la ociosidad en que viven corrompe a los que ya son un poco propensos a la vagancia... ¿Sabes cuál es el gasto del ejército?

Entre nosotros nos diferenciamos con diferentes nombres; unos nos llamamos caballeros hebenes; otros, hueros, chanflones, chirles, traspillados y caninos. Es nuestra abogada la industria; pagamos las más veces los estómagos de vacío, que es gran trabajo traer la comida en manos ajenas. Somos susto de los banquetes, polilla de los bodegones, cáncer de las ollas y convidados por fuerza.

Vienen empujados por la miseria, y ya que no podemos agradecer su sacrifico con el látigo, les pagamos con malas palabras. Urquiola encabritábase ante las palabras desdeñosas del doctor. Abominaba de aquella gente perdida, incapaz de regeneración: la prueba era que no ahorraban, que no hacían el menor esfuerzo por salir de su estado.

Hacemos un contrato aleatorio; jugamos con nuestro porvenir; de suerte que, si alguna vez tenemos el gusto de mejorar de fortuna, este gusto se acibarará con el disgusto de deber realmente cuatro a quien no nos prestó más que uno; de proporcionarle una moderada ganancia de 400 por 100 en el capital. Entre tanto, los intereses que pagamos son por lo menos de un 12 por 100.

Era tarde ya: apenas había un plato de que disponer; pedimos, sin embargo, de lo que había, y nos trajeron varios restos de manjares que alguno que había cenado antes que nosotros había tenido la previsión de dejar sobrantes. Hicimos semblante de comer, según decían nuestros antepasados, y como dicen ahora nuestros vecinos, y pagamos como si hubiéramos comido.

Mi mujer tomó el suyo, pagamos y nos salimos á la calle, y cualquiera hubiera conocido en nuestras caras que estábamos de mejor humor. Pero aquello era caro para la comida normal, y proseguimos nuestras excursiones.

James Park; por lo tanto bajamos del coche, pagamos el pasaje al conductor, y apoyado en el brazo de Reginaldo, lentamente emprendimos la marcha por las enarenadas sendas del paseo hasta que encontramos un asiento conveniente. El esplendor y la belleza de St. James Park, aun en un día de abril, constituyen siempre un goce para los verdaderos londinenses.

Despertóme a ; y, no contento con esto, bajó al huésped para que le diese luz, diciendo que había hallado objeto fijo a la estocada sagita por la cuerda. El huésped se daba a los diablos de que lo despertase; y tanto le molestó, que le llamó loco. En esto amaneció, vestímonos todos y pagamos la posada.

Palabra del Dia

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